Lo peor de la mediocridad es no saber esconderla. Escuece la torpeza de un Gobierno que falta al respeto de los ciudadanos inventando polémicas absurdas para tapar sus carencias. Resulta devastador observar cómo los provisionales dueños del poder caen en la trampa de la estulticia tomando por tontos a quienes les votaron. Suena rancio y torpe sacar a pasear la bandera del patriotismo más básico para desviar la atención de los verdaderos problemas. El Gobierno del señor Rajoy rescata el contencioso de Gibraltar con la misma carga populista con la que Cristina Fernández de Kirchner intentó maquillar los problemas argentinos a cuenta de la expropiación de «YPF». Prohibir a Doña Sofía asistir al 60 aniversario de la coronación de la Reina de Inglaterra retrata a un Ejecutivo sin norte y sobrepasado por los acontecimientos. Un Gobierno que pierde el paso y el peso en el mundo. España se ha convertido en el parias de la comunidad internacional y en el pim-pam-pum preferido de los especuladores.
Y no debe sorprender. Nos tratan como al nuevo rico que destiló soberbia y chulería antes de volver a la miseria. La frase de ¡qué se creían estos españoles! suena repetidamente en las cancillerías donde se cuecen las decisiones relevantes. El mundo «ningunea» a España ante el estupor de un Gobierno que pensaba que las medidas reclamadas por Merkel y sus huestes bastarían para tomar resuello. Lejos de coger aire, España se hunde en el pesimismo arrastrado por unos mercados que nos llevan al límite. Han olido sangre y no van a soltar la presa.
«El país donde todo va a peor» reza el titular de un diario nacional. Es verdad que no somos Grecia pero cada día que pasa nos acercamos más al desastre heleno. Hace medio año hablar de rescate o de «corralito» estaba sólo al alcance de los profetas del apocalipsis. Ahora, que nadie se sienta a salvo porque nunca estuvo tan cerca la tragedia.
«Como me quiten el dinero mato a quien sea» advertía una angustiada mujer al ministro de Hacienda a propósito de Bankia. Humanamente comprensible su actitud. Es la de quienes arrastran años de esfuerzos y sacrificios. La de quienes han intentado ahorrar para garantizarse un futuro menos incierto. La de quienes no comprenden por qué les pueden quitar la casa si no pagan la hipoteca los mismos bancos a quienes tienen que ayudar con sus impuestos para tapar la incompetencia de su gestión. Montoro salvó los muebles y puso cara de póquer. La misma del presidente Rajoy al ver la foto de los dirigentes de los países más importantes del mundo reunidos en Chicago. La silla de España no estaba ni se la va a esperar durante muchos, muchos años. Acostumbrémonos a ser del montón. Sufriremos menos.
MALOS TIEMPOS
Al fin y al cabo, ser del montón de vez en cuando tiene premio. Que le pregunten al Chelsea del archimillonario Abramovich. Apuesta rancia, rastrera y mediocre coronada como campeón de la Champions League de fútbol. Cuesta mucho creer cómo un equipo tan zafio se ha coronado como el mejor de Europa sin apenas tirar a puerta. Queda el consuelo de que allí juegan Mata y Torres y de que en agosto el Atlético de Madrid le puede quitar la Supercopa de Europa. Su triunfo daña la retina del buen aficionado al fútbol de talento pero también la del propio Mourinho. Lo que el portugués no logró en sus muchos años de banquillo londinense lo ha conseguido un advenedizo entrenador recién aterrizado. Malo para la autoestima del portugués.Y encima, Drogba puede dejar sin Balón de Oro a Cristiano. Lo que le faltaba a la pareja portuguesa.
En general somos un país de mediocres por eso es fácil engañarnos. No se llega a esta situación de repente. Si como dicen se ha reformado el sistema educativo 13 veces y estamos a la cola de los países desarrollados poco podemos esperar de nuestros mimbres. Por supuesto que hay excepciones.
Aunque cambiemos mil veces de partido en el Gobierno no lo vamos arreglar a corto plazo. Siempre nos quedará la Sra. Merkel para echarle toda la culpa.
Por otro lado, celebro que la Reina no viajase a Londres, no estamos para dispendios.
Ojalá tengamos la misma «potra» que el Chelsea (igual se descubre petróleo…)