Del Kennedy negro al Obama blanco. La calculada y americanizada puesta en escena de Pedro Sánchez como candidato socialista a La Moncloa ha revolucionado la precampaña a cinco meses de las elecciones generales.

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La teatralización del acto, – un circo abarrotado por cerca de 2.000 personas-, con un estilo presidencialista constata que va en serio y que cree de verdad en sus posibilidades de convertirse en el tercer presidente socialista. El trajeado y encorbatado candidato, el escenario, el atril y hasta el telepronter calcan la puesta en escena de la campaña que llevó a Barack Obama a la Casa Blanca. Y por encima de todo esa gran bandera de España convertida en noticia y en objeto de deseo y bronca política. Sánchez ha hecho lo que sería normal en cualquier país occidental y, sin embargo, ha provocado un efecto inesperado.

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Al envolverse en la bandera, recupera la imagen de un PSOE centrado, centrista y de vocación nacional. Ha sido tal el revuelo que el PP tuvo que reaccionar de inmediato para sugerir que si de alguien es la bandera es suya. El “banderazo” tendrá más efectos porque Ciudadanos no se quedará fuera de juego y hasta Podemos ser verá obligado, sino a utilizarla, sí a respetarla. Cosas de la política, cosas del marketing.

“EL LUMBRERA”

 

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En su empeño por romper España ha terminado por fracturar la sociedad catalana con una ruptura que tardará décadas en sanar si es que algún día se cura un daño que se antoja irreversible. En su obsesión por aniquilar todo lo que suena a español ha acabado llevándose por delante a la coalición política más antigua de España, CiU, y a un partido con más de 80 años de historia, Unió. Todo un lumbrera este Mas que ahora pide clemencia y fía su futuro político a la Sociedad Civil catalana. La apelación a la lista única soberanista no es más que un desesperado intento de salvar la cara “in extremis” después de su perpetua huida hacia adelante. El inconsciente Mas ha tenido un arrebato de lucidez y ha entendido que,  a día de hoy , Esquerra pasaría por encima de Convergència en las elecciones y que el soberanismo saldría derrotado de las urnas. Mas busca en la ANC arrope para salvar la cara y poder volver a casa el 28 de septiembre con la poca dignidad que le queda. Él lo sabe y por mucho que se se empeñen sus palmeros, el divorcio con Unió resta más que suma al independentismo.