Al principio da cierto apuro. Una piensa que la van a tachar de cutre, poco elegante, demasiado ahorradora por no decir tacaña o qué se yo. Pero cuando ves lo normal y lo práctico que es pedir una «doggy bag» , enseguida te apuntas a la costumbre. Otra muestra más de las pocas tonterías que tienen aquí para las cosas y además, ¿por qué tirar la comida?.

 «Doggy bag» o,  lo que es lo mismo, la cajita o envase donde guardan las sobras de una comida o una cena que no has podido terminar en el restaurante para que la  lleves a casa. El nombre le viene de los que aprovechaban esos restos para dárselos a su mascota, como se hacía con los huesos de un pollo, por ejemplo.  Ahora la «doggy bag» es  para quienes han pagado la cuenta. A no ser que se sea de los que nunca dejan nada en el plato por aquello de » reventar antes de que sobre». Aquí está tan extendido que muchos camareros lo ofrecen sin necesidad de que se lo pidan.  Los restaurantes tienen estos envases igual que los cubiertos o las servilletas  para la mesa.

Antes de vivir en este inmenso país, no se me pasaba por la cabeza pedir esta bolsa y menos en restaurantes de cierto nivel.  Si dejaba algo en el plato-estoy hablando de cierta cantidad, claro-, ahí se quedaba. Da igual lo que hubiera costado. Ahora tengo que reconocer que en esto sí me he americanizado un rato y más si voy con niños a comer fuera. Casi siempre sobra. No hay que olvidar cómo son de generosas las raciones en Estados Unidos.

En esto también hay sus estilos.  Hay restaurantes que colocan las sobras en una especie de caja a lo «hamburguesa de Mcdonald’s» dentro de una bolsa de plástico y otros con más mimo y detalle, lo envuelven como si salieras de una tienda de delicatessen o acabaras de comprarte algo super «cool». Así que llegas a casa con la «doggy bag» y lo mismo está solucionada la cena de esa noche o el almuerzo del día siguiente. A lo que todavía no me he atrevido es a hacer lo mismo con la botella de vino que se queda a medio terminar. ¿Será porque nunca sobra demasiado?

Otra costumbre que se aprende muy rápido es a calcular la propina. Al contrario que en Japón, donde no se permite, en Estados Unidos forma parte de la factura total. Hay que dejar entre un 10 y un 20 por ciento de lo que  ha costado la comida. En muchos casos, se hace el cálculo multiplicando las tasas por dos. La propina viene a ser casi obligatoria, es una parte considerable del sueldo de un camarero, que de paso, se ahorra el empresario. Quien ha trabajado sirviendo mesas sabe lo importante que es esa gratificación.

 

Una vez me contó alguien que un personaje conocido y muy muy rico siempre añadía un cero a la factura total. Era su forma de calcular la propina y de agredecer un buen trato. Creo que los camareros besaban por donde pisaba…