¿No has sentido a veces que vives demasiado tiempo con una máscara puesta? ¿La vida pasa muy deprisa y se te escapa sin que puedas atraparla? En parte esto ocurre porque estamos «muy dormidos».
Comemos delante del televisor. Hablamos con nuestra pareja mientras chateamos por el móvil con un amigo. Leemos un cuento a nuestro hijo y cuando termina caemos en la cuenta de que no hemos atendido a nuestra propia lectura. En realidad sí es un hecho que se nos escapa la vida. Como decía en su famosa canción John Lennon:«Live is what happens to you while you’re busy making other plans«. «La vida es lo que te está sucediendo mientras estás ocupado haciendo otros planes» . *
¿Por qué nos resulta tan difícil vivir los minutos de nuestra propia biografía?
Estar en el presente, vivir de manera consciente lo que nos sucede no es tan fácil. Hay estímulos por todos los lados y el mundo es una pequeña gran selva en la que a veces lo más fácil para nuestra seguridad es protegerse.
Pero, dejémonos de divagaciones. Antes de quitarnos la máscara, para sentirnos más auténticos y conocer nuestra «verdad», deberemos aprender, sería mejor decir reaprender, a mirar la vida con «atención plena». Eso es lo que persigue la práctica de Mindfulness.
Según el Dr. Jon Kabat-Zinn, una definición básica de Mindfulness podría ser “la conciencia que aparece al prestar atención deliberadamente, en el momento presente y sin juzgar, a cómo se despliega la experiencia momento a momento”.
El ejercicio de la pasa
Uno de los ejercicios más utilizados en los talleres de Mindfulness para ir entrando en contacto con la experiencia de desarrollar la atención plena es el llamado ejercicio de la pasa. Te parecerá un poco simple, quizás hasta absurdo pero, si lo sigues paso a paso descubrirás sensaciones sorprendentes.
Coge una pasa. Sí… una pasa.
Obsérvala. Mírala con interés. Mira sus pliegues, su forma, el color, el brillo en su piel, el reflejo de la luz. Escruta cada uno de sus detalles. Date cuenta del abanico de tonalidades que aparecen al mirarla con atención. Fíjate también en la textura. Mírala como mirarías una joya que te gustara. (No te apresures. Dedica a esta tarea un par de minutos, al menos)
Ahora… cierra los ojos. Es el momento, no de mirar, sino de sentir. Sentir la rugosidad de la fruta. Su forma, su textura. ¿Está blanda?. ¿Demasiado seca quizás?. No te pierdas ni un detalle. Otórgate todo el tiempo del mundo para tocar y sentir. Acaríciala y quiérela un poquito. Verás que tus dedos agradecen sentir. Es un juego… ¡juega!
Después, con los ojos cerrados todavía, pon la pasa en tu boca. No la muerdas aún. Acaríciala con los dientes…. cámbiala de lugar en tu boca con la lengua. Siente que, al humedecerse un poco, se ha acolchado. Explora lentamente el fruto con tus dientes, tu lengua y tus encías. Disfruta de lo que te puede aportar. Sigue jugando, nadie te mira….Al final sí…¡muérdela! Vas a percibir una explosión de sensaciones. El sabor se hace intenso. La saliva se funde con el jugo de una simple pasa. Intenta que llegue a todos los rincones de la boca, ¡Siente!… Un abanico de sensaciones inundan nuestros sentidos. Entonces nos tragamos la pasa y notamos cómo baja por la garganta, cómo abandona la boca y se integra en nuestro interior.
Una vez finalizado el ejercicio, esperaremos unos segundos para abrir los ojos y celebrar que hemos disfrutado de una pasa, tal vez por primera vez en la vida, en lugar de engullirla.
Os sorprenderá ver cómo ejercicios tan simples como éste pueden ayudarnos a cambiar nuestra manera de hacer las cosas.
No engullir el tiempo
Con la pasa, hemos obtenido todas las posibilidades que tenía para ofrecernos. Con el presente podemos hacer algo parecido porque si lo engullimos con las prisas y la falta de atención, no dejamos que nos dé todo lo que nos puede aportar.
Entre el «ruido» permanente que hay a nuestro alrededor, nuestro hábito de vivir con más o menos protección frente a las amenazas del entorno y esa «insatisfacción» que parece que hemos heredado los hijos del mundo del bienestar… la realidad es que «sentimos» menos de lo que potencialmente deberíamos.
Creo que por hoy es suficiente. Prometí en el título hablar de la máscara que llevamos puesta cada día. En parte lo he hecho porque, cuando empecemos a vivir con atención plena observaremos que «estamos más» con nosotros mismos y menos con la máscara puesta.
(Continuará)
(*) «Beautiful Boy» es el título de la canción de John Lennon. Seguro que la conoces… es maravillosa. Está dedicada a su hijo y es pura poesía.
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