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Me alegro de que el Rey se opere en Madrid. Es una buena decisión explicada en la rueda de prensa de Zarzuela –¡la primera en la historia!–. Supone un gesto con mucho sentido: valorar la sanidad española y ahorrar, de paso, una buena factura al presupuesto real, además de acallar tanto rumor. Entiendo al Rey, porque no hay nada como hacer estas cosas en casa. No quiero imaginar el trastorno de trasladarse a Rochester, los gastos… y si no, que se lo pregunten a muchos americanos. Sí, americanos.

Me gusta también que hayan traído al especialista a Madrid y que, además, sea español. Formado en Estados Unidos, lo sé. Costará menos que si se hiciera la intervención en la Clínica Mayo. Sé que no corren buenos tiempos para la sanidad española pero aún así, estamos mejor que en Estados Unidos. Aquí no existe la sanidad pública, como nosotros la entendemos, y no hay más remedio que tener un seguro médico, que no es barato, y rezar para que no pase nada que la póliza no cubra. Les ha pasado a muchos. Curiosa ironía, ¿no?. En el país con, supuestamente, los mejores especialistas, hay gente que tiene que tratarse fuera porque, sencillamente, no pueden pagar un hospital americano.

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La operación del Rey me ha recordado un reportaje que vi en «The New York Times» sobre lo que el periódico llamaba los «medical tourists». Y casualidad, contaba además los casos de personas, que se han sometido a operaciones de prótesis de cadera.  El protagonista de la historia es un hombre de 67 años que necesitaba esa pieza y  su seguro no se lo cubría. Tras pedir presupuesto a su hospital, terminó yéndose a Bélgica para someterse a la intervención quirúrgica. Y le salió MUY a cuenta.

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De los 65.000 que le pedían en Nueva York, sin incluir la tarifa del cirujano, a los 13.660 que le costó en Bélgica con todo incluido: médicos, estancia en el hospital, muletas, rehabilitación y hasta el viaje de ida y vuelta. La operación fue un éxito y el señor Shopenn volvió a hacer vida normal y a practicar su deporte preferido, snowboard. Es más, su médico americano le vió después y le dijo que no necesitaba más consultas, que ahora le tocaba disfrutar de la vida.

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Para explicar esa diferencia tan abismal de precio entre un hospital privado de Estados Unidos y otro de Bélgica, hay que empezar por el principio. Por la pieza que el enfermo necesita para su cadera. En este inmenso país hay cinco empresas que se reparten esta tarta. Apenas hay competencia-algunos dicen que forman un «cártel»- y el sistema es además proteccionista, al menos en esta especialidad de la ortopedia. El reportaje cuenta que fabricar una prótesis de cadera cuesta 350 dólares. Imaginad lo que debe haber por el medio para que al paciente le cueste a partir de 13.000. El periódico desgrana unas serie de causas como lo sofisticado del sistema, la falta de una regulación gubernamental, demasiados intermediarios en el camino, sobreprecios, los tratos con médicos y hospitales… y todos los ingredientes para que esto sea, sobre todo, un negocio muy próspero. En los últimos trece años, el precio de estos implantes de cadera se ha disparado un 300 por ciento en Estados Unidos.

Luego hay que sumar los costes de hospital, el cirujano, los días de ingreso, el tratamiento, etc… para los que tampoco hay control. Si tienes dinero, pagas. Si no, te endeudas o sales fuera. Bélgica, por ejemplo, es un país que recibe mucho «medical tourist». Tiene fama de buenos especialistas y está entre los países con menos casos de infecciones quirúrgicas del mundo.

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El «turista-paciente» americano tuvo que pagar una tasa especial por ser extranjero y aún así salió ganando. Cuando volvió de su operación en el hospital privado belga, contó que la apariencia de este centro era más austera que la de los americanos. Al principio, dice, se asustó un poco, acostumbrado a unas salas de espera más aparentes, a más comodidad, a recepciones más lujosas…pero después se dio cuenta de que todo estaba nuevo y era funcional. Quizá los hospitales europeos no luzcan tanto como los americanos. Tampoco los sueldos de los médicos son iguales. Como media, este tipo de especialista gana en Europa la mitad que su colega estadounidense.

En Bélgica, los médicos y hospitales tienen sus propias tarifas pero el gobierno fija unos máximos. Los especialistas y los centros pueden cobrar más, pero el paciente puede negarse a pagarlo. Además tiene un sistema público de salud, basado en un seguro obligatorio, que se nutre de las cotizaciones de trabajadores y empresas. Cubre el 80 por ciento del coste de los tratamientos y el 20 suele correr a cargo del paciente, excepto los menos favorecidos. A muchos ese 20% se lo cubre su seguro privado. Healthcare-Business-Acumen-300x300

Comparando un país con otro, al final salen las cuentas. La sanidad, en Estados Unidos, es básicamente un negocio y  algunos tratamientos, un lujo al alcance de quienes pueden pagárselo. Una evidencia que se constata con sólo vivir aquí un tiempo.

El reportaje lo explica todo con un detalle y una cantidad de información que sería muy largo reproducirlo en este espacio, pero es una delicia leerlo. Os lo recomiendo. Otro ejemplo más de buen periodismo. Investigado y bien escrito. Si tenéis un rato, aquí está el link .