Descubrí a Stieg Larsson antes de que su fama trascendiera fronteras y ventas. No fue por inspiración divina sino porque en la revista Qué Leer leí una entrevista de mi adorado Lorenzo Silva a su novia, Eva Gabrielsson, en la que ésta desvelaba la verdadera historia del periodista metido a escritor que nunca podría asistir al éxito (que llegó en tromba) porque había muerto antes de ver publicada su obra de un ataque al corazón. Era en 2014. Atónita ante semejante caso de mala suerte, fallecer cuando tu trilogía va a empapelar medio mundo, decidí seguir el consejo de Lorenzo y leerme el primer volumen, «Los hombres que no amaban a las mujeres» (Destino) a ver qué era aquello de la nueva novela negra sueca. He de decir que éste me gustó, era un argumento original y había un personaje femenino estelar que más bien era la anti protagonista, pero que a mi juicio es lo mejor de toda la obra, la hacker Lisbeth Salander: arisca, asocial, huidiza, retorcida… profundamente inteligente y vengativa. Un canto contra el maltrato a la mujer, una feminista de bandera y armas.
Gracias a Lisbeth me leí también el segundo libro «La chica que soñaba con un bidón de gasolina y una cerilla» (me dejó de entusiasmar, salvo Lisbeth, ella sí seguía gustándome). Y luego me atreví con el tercero, no quería dejar inconcluso semejante derroche de ficción e intriga, «La reina en el palacio de las corrientes de aire». Éste ya apenas me enganchó, he de reconocer. Pero me había leído entera la saga Millenium, un clásico en la era moderna de las letras y un referente para toda una escuela nórdica de escritores de novela negra surgida a raíz de semejante y titánica obra.
A propósito del dineral que ganó a título póstumo el autor, supimos de las desavenencias entre su mujer, y su padre y hermano, herederos directos de una fortuna incalculable. Nunca se entendieron ni se quisieron. Y ahora es cuando llega el más difícil todavía. Un cuarto libro que la familia de sangre ha autorizado y que firma el escritor y amigo de Stieg, David Lagercrantz, «Lo que no te mata te hace más fuerte» (Destino). Ni qué decir tiene que Eva no está ni medio acuerdo con esta operación literaria. Y ahí, con la polémica viva sobre lo que el propio Larsson habría hecho de vivir aún, tiene la editorial un nuevo filón. Cinco millones de ejemplares se han puesto en circulación en nuestro país, que estoy segura, y así lo deseo, venderá. En esta etapa centrada en el tráfico de información y que continúa con el periodista Mikael Blomkvist de personaje central, Lisbeth se desdibuja un poco, ya no es tan dura con ella y con el prójimo. Sea como sea, era una tarea compleja para el sucesor de Larsson. Pero parece que lo ha logrado.
Si 75 millones de libros vendidos hasta ahora de los primeros en todo el mundo no les parece un buen reclamo para leer el cuarto tomo, les diría que con él se lo pasarán bien. El título además lo dice claramente, lo que no te mata… siempre es bueno. Sigan al fenómeno. Los fenómenos surgen siempre por algo.
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