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¿Qué le dices a un niño de 7 años cuando acaba un partido de baloncesto con un buen mordisco en el brazo? Este sábado le tocó a mi hijo. Fue un partido raro. Niños por el suelo, padres enfadados y un árbitro novato que no pitaba y que permitió que la cancha se convirtiera en un ring de boxeo.

Después del partido hubo horas de debate en el chat de los padres. Algunos habían mostrado su indignación delante de los niños a gritos y creían que no había que «cortarse» porque era una injusticia. Otros pensaban que era una buena oportunidad para enseñarles a gestionar que la vida está precisamente llena de injusticias y no por ello hay que perder los papeles. Yo me di cuenta de que el deporte es un perfecto banco de pruebas. Cada uno saca a pasear sus defectos y sus virtudes. Y me acordé del niño canario de 6 años que separó a un entrenador de un árbitro.

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Esa gigantesca lección de sensatez nos puso ante los ojos el problema de la violencia en el deporte. No la de los grandes titulares, sino la que la hace germinar. Si nos fijamos sólo en el fútbol, en 2013 hubo 74 agresiones a árbitros de categorías no profesionales. Agresiones denunciadas. El Sindicato de Árbitros -que actúa de forma extraoficial- asegura que hay 50 agresiones físicas al mes en los partidos de fútbol que juegan menores de edad. Es sólo un ejemplo.

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El psicólogo Fernando Gimeno -que ha dirigido varias tesis universitarias sobre el tema- asegura que el comportamiento antideportivo más habitual en el fútbol base son los insultos de padres a árbitros, en casi el 20% de los partidos, seguido de los insultos entre jugadores y de los de un entrenador al árbitro. Pero qué pasa en las mentes de los niños si contemplan a sus «ejemplares» padres insultar como posesos.

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La asociación sin ánimo de lucro  Deportes sin Insultos  cree que la agresividad ha llegado a verse como algo normal, algo aceptable. Ellos luchan contra esa supuesta verdad intocable. Lo hacen con campañas educativas, exigen sanciones más duras también para los padres. Para que los que no insultan no consientan en silencio que otros lo hagan. La ecuación sólo tiene el resultado exacto si todos sus elementos son correctos. Árbitros, padres y entrenadores deben ser ejemplares. Yo os confieso que escribiendo este post me topé con la terrible imagen que han denunciado algunos medios rusos y que aún me cuesta mirar. Cuando la inmoralidad gana la batalla la sociedad se queda indefensa. Ha ocurrido en Rusia. Se enfrentaban el Lokomotiv de Moscú y el Brateevo. Un entrenador golpea de forma brutal a un niño de 7 años. El individuo asegura que sólo trataba de explicar al pequeño cómo colocar los pies. Juzgad vosotros pero sabed que la Federación rusa ha dicho que no puede hacer nada porque ocurrió en una escuela privada.