Dicen las discográficas que han estado pensándolo unos meses y que han decidido que los nuevos discos se publiquen simultáneamente en todo el mundo los viernes. Hasta ahora, por algún motivo que desconozco, en España por ejemplo los discos se publicaban los anodinos martes, en el Reino Unido, los lunes, y en Japón los miércoles. Pero la globalización también era esto. Hay que sincronizarse. Dice además la Federación Internacional de la Industria Fonográfica que quieren “reactivar la emoción por las novedades musicales”. Quedémonos con eso: quiere reactivar nuestra emoción. Los viernes.
En realidad los viernes y los discos nuevos son hijos de la misma madre. Los esperamos con ansia a veces. Contamos los días que faltan para que lleguen. Fantaseamos sobre cómo sonarán, cómo nos harán sentir, si serán más de lo mismo, si nos sorprenderán, si nos tendrán meses enganchados o si serán una absoluta decepción. Eso tienen en común los viernes y los discos: las expectativas. Y las frustraciones, claro.
La cara de idiota que se te queda a veces cuando termina el último segundo de la última canción del último disco de ese grupazo que llevas meses esperando solo es comparable a la cara de decepción con la que te metes en la cama un domingo tras ese fin de semana que habías imaginado como la fecha clave que cambiaría tu vida.
El disco, al final, era un truño. ¿Qué les ha pasado? Exclamas mientras te llevas las manos a la cabeza. Si suenan como Coldplay, si parece que hacen música de anuncio, si “nadacomoelprimero”, si “voy a escucharlo otra vez a ver si es que me ha pillado desconcentrado”… Y el viernes solo dio paso a dos días en los que no llegó ese whatsapp, en los que no empezaste la gran novela española, en los que no saliste a correr, en los que no fuiste al Prado, en los que te pusiste tibio a cañas, en los que te tragaste todo el multicine de antena3 sin pestañear. Otro truño.
Pero, ay… ¿Qué ocurre cuando cae en tus manos ese disco por el que llevabas 17 meses suspirando y es PERFECTO? Y ¿cómo llegas al domingo por la noche cuando, agotado, te das cuenta de que vivirías en bucle repitiéndolo? ¿Y SI además, coincidieran esos momentos? Eso es el éxtasis amigos. Así que esa posibilidad vale más que las mil decepciones de los discos que rompieron nuestra ilusión y los fines de semana que nunca se parecieron a lo que prometían.
Sigan reactivando sus emociones. Sigan contando los segundos que quedan para el viernes. Sigan cruzando los dedos hasta que su grupo anuncie fecha de nuevo disco. Sacar el plástico de los CD es complicado pero cuando ya lo has conseguido y lo que hay dentro es mágico, todas las decepciones se olvidan como si nunca hubieran sonado en la playlist de nuestro sábado noche.
Sin comentarios