Si me preguntan cual es mi palabra favorita en inglés, siempre digo “sale”, venta, o en este caso, rebajas. Sé que corro el riesgo de adjudicarme fama de tacaña o de oportunista pero reconozco que esta palabra ejerce sobre mí un efecto llamada, difícil de vencer. Y es que ningún país como éste para ir de compras y volver con la ganga del día.
Y digo del día, porque en Estados Unidos no esperan al momento rebajas de invierno o de verano para liquidar género de temporada. Cualquier día del año y en cualquier tienda de moda, encuentras la zona “sale” para llevarte algo a un precio muy tentador, hasta un 60% menos, en algunos casos.

No me refiero a los famosos outlets a lo bestia como “Filene’s Basement” Loehmanns” “TJ Max” o el famoso “Century21” de NY, donde nada más entrar coges un carro de hipermercado para llenarlo de chollos de marca. No, no. Aquí tienen “sale” todos o casi todos, desde lo más selecto a lo más barato. Tiendas de moda, decoración o belleza.

“Esto lo notamos mucho y es más difícil competir” nos comentó un día una de las responsables de “Adolfo Domínguez” en Washington, cuando le pregunté cómo les iba la experiencia americana desde que abrieron hace más de un año.

Por no hablar también de los descuentos y ventas especiales con motivo de un fin de semana largo o de una festividad como el “Memorial Day”, Thanksgiving o el 4 de julio. Es tal la oferta que crees que te pierdes algo importante si no caes en ella. Celebrar pasa por gastar, comprar, mover la economía y nadie cierra en festivo. Al contrario.

Tal voracidad consumista abruma y, por ejemplo, te inunda el periódico del fin de semana de anuncios, cuadernillos especiales y cupones de descuento como para empapelar toda la casa…

En fin, reconozco ser presa fácil de tanto reclamo y no digamos cuando veo la palabra “clearance”, liquidación. ¿Sueno cutre? Todos tenemos nuestras debilidades…