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Aquel 11 de marzo de hace diez años estábamos en Washington. Eramos corresponsales los dos y a la hora que pasó todo en Madrid, aquí era madrugada y dormíamos. Esa mañana sonó el teléfono muy  temprano, como cada vez que la redacción de la tele nos requería para un directo o una crónica en el telediario de las 3 (las 9.00 en DC).  La llamada nos despertó (serían las 6 de la mañana) y en esos segundos entre abrir los ojos y contestar, pensé lo de siempre: «qué querrán ahora…»

«¿Sagra? Sé que os despierto…-me dijo la voz de mi amiga Patricia al otro lado del móvil- pero es que esto es tremendo….»

«¿Qué? ¿Os pasa algo? fui capaz de contestar.

«Madrid, en Madrid, un atentado horrible en la estación de Atocha…varias bombas en los trenes, podría haber 200 muertos…poned la tele, un horror…»siguió atropelladamente mi amiga.

«¿Qué dices? pero un atentado..de ¿quién? ¿ETA?» interrumpí.

La conversación duró pocos segundos más. Saltamos de la cama. Llamamos a la redacción de Madrid. Tremendo. No hace falta poner adjetivos a lo que todos sentimos ese día. Nos fuimos a la corresponsalía. Sabíamos que habría reacción de la Casa Blanca. Como la mayoría a esas horas, pensamos que habría sido ETA. Hacía unos días la Guardia Civil había encontrado una furgoneta llena de explosivos de la banda terrorista. Acostumbrados a tantos años de terror por parte de los de siempre, aquella era la hipótesis más «verosímil» aunque nunca antes habían actuado así, de esa manera, no terminaba de encajar… pero quién sabe cuando se trata de terroristas…Y estaban también las declaraciones de Otegui descartando que fuera ETA…

La reacción de Bush no tardó en llegar. En unas declaraciones a periodistas americanos antes de emprender un viaje y después de hablar  por teléfono con Aznar, el presidente de Estados Unidos condenó el atentado y a los terroristas y mostró su apoyo a España. Esa misma mañana el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobó una resolución en la que condenaba expresamente a ETA por lo ocurrido en Madrid.

Security Council Meeting: -Non-proliferation of weapons of mass destruction

Y esa mañana (tarde ya en Madrid) las horas fueron pasando dolorosamente lentas y rápidas a la vez. Fuimos a la Embajada española donde se recibirían las condolencias del Gobierno de Bush. Hasta allí se acercó Colin Powell, entonces secretario de Estado. Mostró toda la solidaridad del Gobierno americano y ofreció ayuda en la investigación para esclarecer el peor atentado sufrido en Europa. Ninguna referencia a ETA. Aún así el embajador español seguía insistiendo en esa posibilidad.

Desde la distancia geográfica, pero muy cerca de la conmoción y  el dolor de Madrid,  fuimos viendo cómo los medios americanos no hablaban ya de ETA sino de terrorismo islamista mientras en España se decía otra cosa, mientras escuchábamos una y otra vez la versión oficial empecinada en  apuntar a la banda terrorista, mientras el resto del mundo hablaba de otra hipótesis que crecía con fuerza a medida que pasaban las horas.

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Recuerdo también que nuestros vecinos americanos vinieron a expresarnos su solidaridad y apoyo. Que incluso una de ellas nos trajo una planta. Recuerdo que la Embajada española se llenó de flores y de velas por las víctimas. De silencio y de homenaje.

Al día siguiente, recibimos la llamada de la Casa Blanca ofreciendo una entrevista con el  presidente de Estados Unidos. George Bush quería trasladar así sus condolencias y su solidaridad a los españoles. Todo fue muy rápido. Sería en la residencia del embajador español. Duraría sólo 10 minutos. Estarían el matrimonio Bush. No nos pusieron condiciones sobre lo que teníamos que preguntar o no. Sólo el límite del tiempo. Decidimos que la entrevista la hacía Lorenzo. Ese día no había llevado a la oficina corbata. No hubo tiempo de pasar por casa y la mujer del embajador Rupérez le dejó una. Impresionante el despliegue de la caravana presidencial. La seguridad. El montaje  para la entrevista. De película.

Primero, el presidente estadounidense hizo una ofrenda de flores y rindió homenaje a las víctimas en el jardín. Una vez dentro, se hizo la entrevista. Al preguntarle sobre la autoría del atentado, Bush no se mojó. Ni una palabra de ETA ni de Al Qaeda. Se limitó a decir que no había que especular y ofreció la ayuda de Estados Unidos al pueblo español.

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Después de la entrevista, hubo tiempo para charlar con el presidente y su esposa. Una charla informal y trivial. Bush preguntó sobre cómo nos iba aquí, cómo estaban los niños, hasta habló con Lorenzo sobre la pesca en Tejas. Estuvo amable y simpático. Campechano, cercano.

Anécdotas al margen, todo el equipo corrió a la oficina para enviar la entrevista íntegra y que la emitieran cuanto antes. Pero no ocurrió. Pasaba el tiempo y no se emitía. Hicimos una crónica para el Telediario y salió antes que la propia entrevista. Prensa de la Casa Blanca empezó a llamarnos para saber qué pasaba. Estaban esperando a que TVE la diera para colgar la transcripción del contenido en su web y soltarla al resto de los medios. En Madrid, nadie nos supo dar una respuesta clara, más allá de que todos andaban muy liados. El entonces jefe de Internacional estaba tan extrañado como nosotros y la gente de la Casa Blanca. Parecía como si de pronto no nos interesara lo que Bush tuviera que decir a los españoles, como si ya no conviniera que fuéramos tan amigos de él. Esta, al menos, fue nuestra sensación. Nadie nos dijo nunca nada ni nos explicó por qué la entrevista se emitió tan tarde. Quizá fue fruto de la intensidad informativa de aquella terrible fecha o quizá sea un misterio más de todo lo que sucedió esos días.

Creo que nunca olvidaremos dónde estábamos y qué hacíamos aquel  11-M de hace diez años, ni los días siguientes. Sólo espero que una década después, hayamos sido capaces de aprender algo de tanto dolor y de tan pésima gestión de lo que pasó. O quizá no. Quizá nunca se aprende lo suficiente aunque, espero al menos, que podamos ya pasar la página.