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Una banda presume de un tipo que se compara con un toro bravo que se crece ante el castigo. En sus filas anda un personaje impasible cuando asegura que gobernar, a veces, es «repartir dolor». Anda un compañero de proyecto, en plan matón, amenazando con publicar el listado de potenciales defraudadores al fisco. Otro balbucea  excusas para justificar el estrepitoso fracaso en la lucha contra el paro y su jefe pone cara de «póker»  al escudarse en su origen galaico para no decir nada cuando abre la boca y parece que algo dice. En la otra banda las cosas no parecen ir mucho mejor. Al «boss» socialista le saca los colores hasta el alumno más zafio y mediocre y se enroca en un inútil ejercicio de resistencia abocado al fracaso porque su muerte política es una obviedad.

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Y así anda España. En manos de un Partido empeñado en dilapidar su espectacular capital electoral al despreciar, cargado de soberbia, a los millones de españoles que lo votaron. El señor Rajoy tiene todo el derecho del mundo a sentirse importante y tomar decisiones impopulares. Le avalan las mismas urnas que una vez le votaron y que quizás, en un tiempo no tan lejano, le puedan despreciar. El presidente celebra un año de promesas incumplidas y de sueños rotos para una ciudadanía donde se masca el hartazgo y la tragedia. No hay ni un sólo rincón de España donde no pueda aflorar alguien que se sienta traicionado por quien presumía de honradez y honestidad. Resulta alarmantemente insultante comprobar como, una y otra vez, el presidente del Gobierno ha dado la espalda a su programa electoral. Ni siquiera puede explicar bien por qué se empeña en no pedir el inevitable rescate. No es una cuestión de orgullo patrio tal y como loan sus hagiógrafos en los cada vez más infumables diarios de cabecera del régimen. No. Rajoy no pide el rescate porque, sencillamente, a la gobernanta Merkel no le viene bien. Ojalá good online casino fuera porque nuestro país resiste a la presión de los mercados y porque es capaz de vadear la monumental crisis en solitario pero no, esa no es la verdad. El PP tendría todos los números del sorteo para perder las elecciones si enfrente estuviera un rival con criterio y personalidad. Pero no. Tampoco eso es verdad. El PP volverá a ganar las elecciones por aburrimiento y agotamiento del personal.

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Enfrente está una formación política , una banda todavía mayor , que cuenta en sus filas con  un tipo que se permite el lujo de pedirle al jefe que lo deje después de firmar el peor resultado de la historia del socialismo madrileño. El despropósito y la caradura del tal Gómez simboliza muy bien el estado de de derribo y siniestro total en el que se encuentra el Partido que debería ser alternativa a todos los males de la ciudadanía. aEntrevista-president-Generalitat-Artur-i-lider-d-Esquerra-Republicana-Catalunya-Oriol-Junqueras

 

Y por si faltaba alguna «payasada» no hay más que acercarse a Catalunya. Pobrecito Mas jugando, ahora, a la búsqueda de excusas para no cerrar un pacto de Gobierno con la Esquerra Republicana que sí  quiere, de verdad,  el referéndum de independencia. Lo dicho. Rodeados de bandas.