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Tienen muy poca verguënza. O ninguna vergüenza. En el país donde cada escándalo supera al anterior, donde el ladrón de hoy es peor que el de ayer, donde el incompetente del lunes supera con creces al del domingo, en ese país todo es mejorable. Mejorable a  peor….  Vacunados de corruptos, chorizos, mafiosos, chulos y mediocres pensamos que nada podría sorprendernos. Y nos equivocamos. Entre la pactada Ley de Transparencia y el acercamiento entre PP y PSOE se cuelan otras noticias que sonrojan e indignan a partes iguales. Nos enteramos de que el presidente de una Comunidad Autónoma iba a pagar con dinero público 20.000 euros a un entrenador personal de liderazgo.  Zafia decisión empeorada por la justificación de quienes intentan salvar la cara de Alberto Fabra. Dice su mano derecha que el curso se paga para que el líder, ¿líder? complete su preparación para servir a los ciudadanos.

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Entendemos que llega Fabra a la política en plan becario  y bendecido por el dedo de su mentor para que los ciudadanos valencianos le paguen un master en no se sabe qué. “El secreto eres tú mismo” era el curso en el que un “coaching” debía de hacer un particular ejercicio de exorcismo para arrebatar y sacar al exterior el líder que Fabra debería de llevar dentro.  El presidente valenciano dio marcha atrás pero  el daño y el ridículo ya estaban hecho.

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El mismo daño que hicieron, de tapadillo, los representantes de PSOE, PP e IU en el Parlamento andaluz. Pactaron una alevosa subida de sueldos si que nadie se enterara. Sólo ellos. Ellos repartiendo el pastel y esquilmando las arcas públicas. Ellos en el país de seis millones de parados. Ellos en el país donde cada vez hay más pobres. Ellos en el país donde ya son minoría los que se van de vacaciones. Ellos en la España que recorta en Sanidad, Educación y pensiones. Les obligaron a dar marcha atrás pero la decisión también llegó tarde. ¡Qué poca vergüenza!

 NO SON REFORMAS, SON RECORTES

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No son reformas, señor Montoro. Son recortes, se ponga como se ponga. Extraña ese afán por sacar pecho, esa especie de chulería de  “listillo” de la clase, esa exhibición obscena del Gobierno después de que Bruselas haya dado dos años más de plazo a España para cumplir con el objetivo de déficit .  Moncloa se empeña en repetir cansinamente una media verdad para convencer a la ciudadanía de que nuestro país ha pasado con nota muy alta el examen de la Unión Europea. Y no es verdad. Lo que hace Bruselas es dar un doloroso tirón de orejas a un Gobierno timorato que ni tiene personalidad para rebelarse frente a las imposiciones de sus socios europeos, ni es capaz de asumir las decisiones necesarias para  cubrir objetivos.  Merkel da más tiempo a España sólo a cambio de nuevos y dolorosos recortes. Porque no son reformas, señor Montoro.  Son recortes.  ¿Qué es sino un cambio en el sistema de pensiones que supondrá una pérdida de poder  adquisitivo? ¿Y qué supone otra vuelta de tuerca en la reforma laboral que volverá a quitar derechos a los trabajadores y abaratar más el despido? ¿Y qué significa una subida del IVA en infinidad de productos que encarecerá la cesta de la compra? ¿No es acaso un recorte esa reforma de la administración local que baja los sueldos, vía pluses, a los funcionarios? El Gobierno tiene todo el derecho del mundo a defender su gestión. Puede que esté obligado a convencer a los españoles de que las medidas son necesarias e imprescindibles pero tomarnos por tontos sobra. Entre otras cosas porque no son reformas, señor Montoro. Son recortes.