Por si alguien me había echado de menos, aquí estoy. De nuevo en Washington después de un verano que dura en lo metereológico y se acabó en lo demás. Hemos vuelto al cole y la rutina. A un horario, a la oficina, a no parar. Si de algo me han servido las vacaciones -además de disfrutar- es para decidir que voy a ser más optimizadora y menos maximizadora.
Me lo contó Elsa Punset a la que conocí en una cena. La autora de «Una mochila para el universo» me dijo que había dos tipos de personas: las optimizadoras que encuentran salida a todo lo que les ocurre aunque no sea lo que querían y las maximizadoras que buscan la perfección y no terminan de estar satisfechas nunca porque ya sabemos que acertar siempre es imposible.
Un ejemplo. Llegas a la habitación de un hotel de vacaciones y compruebas que no es lo que habías imaginado. La optimizadora ve lo positivo y hasta saca ventajas a la contrariedad. La maximizadora pensará que la habitación tendría que ser más grande, o más luminosa o tener una ducha nueva. Intentará cambiarse a otra y si lo consigue también creerá que podría haber sido mejor.
¿En qué perfil os sentís más identificados? Creo que la mayoría tenemos un poco de los dos y van saliendo según nos pille el día…pero ¿cuál predomina?
Con Elsa Punset también hablamos de la felicidad. Apuntó que era la ausencia de deseo porque cuando estás feliz no pides, no deseas nada más, simplemente disfrutas. Y yo añadí: «bueno, también deseas, al menos yo, que esa felicidad dure». Soy maximizadora, me temo.
Hay veces que es más difícil ser otra cosa. Como en las reuniones de orientación del colegio. Convoca el director, con todos los profesores y van los padres. Llenamos un gimnasio de proporción americana. Duró tres horas. Al principio es interesante. Superada la hora y media, unos se levantan, otros consultan sus móviles, otros…Intenté optimizar hasta que: «la de cosas que tengo que hacer y llevo en esta grada una eternidad». Otros aguantan más y aplauden. Les va mucho en ello.
Me refiero ahora al asunto del que más se habla en Estados Unidos: la convención republicana celebrada en Tampa, Florida. Una cita importante en la que se proclama oficialmente al candidato a presidente y se pactan estrategias de partido. Una gran oportunidad de Mitt Romney para darse más a conocer, sumar apoyos y seducir a indecisos, que hay muchos y son los que al final inclinan la balanza.
El jueves era su momento. Todas las cadenas lo daban en directo. En «prime time». Pocas oportunidades tiene un candidato como ésta. Romney lo intentó con un discurso que sacó partido, por un lado, a su perfil de hombre de negocios de éxito capaz de sacar adelante al país y, por otro, su parte más humana y cálida, la del hijo agradecido, el esposo enamorado y el entregado padre de familia. Romney lo intentó…
…Y otro le eclipsó. Clint Eastwood le ha ganado en atención mediática, reacciones y en las redes sociales. El actor y director de cine era la estrella invitada de la gran noche de la convención. Durante algo más de diez minutos dijo sin aparente guión lo que pensaba, sentó a un Obama invisible en una silla junto a él y aprovechó para recriminarle promesas incumplidas y algo más. Un golpe de efecto que muchos republicanos no esperaban. No estaba previsto ese «discurso» pero se llevó los aplausos y el entusiasmo de gran parte de los asistentes y el asombro, extrañeza y perplejidad de otros.
Fue, desde luego, la sorpresa de la noche. Dicen que a Romney le pareció divertido y su mujer ha «agradecido» el apoyo del actor al que califica de «único» . Pero no daban la impresión de estar contentos durante su actuación -dicen quienes estaban cerca que no aplaudieron- y la cara que se le quedó a Ann Romney no era, precisamente, de estar disfrutando. Quizá se lo impidió lo inesperado del «show» y que hubiera preferido que en esa franja de «prime time» se viera el vídeo promocional sobre su marido en lugar de escuchar a Eastwood. Es buena estrategia contar con el respaldo de una figura de Hollywood de ese calibre… aunque no tanto si termina robándole protagonismo al candidato y ensombreciendo su discurso estelar. ¿Sabrán optimizarlo?
Clint parece haberlo hecho. No se ha dejado de hablar de él y de su parodia. Esta convención se recordará gracias a él. Hasta las redes sociales han creado el «eastwooding» que ya significa hablar a una silla vacía o el @invisibleObama. También le han llovido las críticas y son muchos los que consideran que se pasó con una intervención que es, dicen, impropia de él y rara.
Tampoco se ha quedado indiferente el aludido ausente. El presidente ha respondido con otra silla. La suya. En un twitter que además de esta foto deja claro que «este asiento está ocupado». Veremos quién es el siguiente.
Por aquello de optimizar, me quedo con una de las frases que dijo Eastwood: «Politicians are employees of ours», «los políticos son nuestros empleados» o lo que es lo mismo, trabajan para nosotros. Pues eso.
Creo que septiembre es el mes de optimizar pero maximizando. Quiero decir, todos en verano nos replanteamos la vida, la situación, el donde estoy… y creo que septiembre es el mes más adecuado para lograr ese más que todos queremos, ese plus, esa maximización, y si no llega, optimizar, pero siempre pensando en el más.
Creo que septiembre es el mes de optimizar pero maximizando. Quiero decir, todos en verano nos replanteamos la vida, la situación, el donde estoy… y creo que septiembre es el mes más adecuado para lograr ese más que todos queremos, ese plus, esa maximización, y si no llega, optimizar, pero siempre pensando en el más.
Tambien voy a optimizar: en España los políticos son nuestros empleados y como tales debían trabajar para nosotros, pero la realidad es que trabajan para ellos y sus partidos.Bien venida,otra vez, al mundo bloguero..
Tambien voy a optimizar: en España los políticos son nuestros empleados y como tales debían trabajar para nosotros, pero la realidad es que trabajan para ellos y sus partidos.Bien venida,otra vez, al mundo bloguero..