Ocurre a veces. Has descansado, te levantas inspirado, te vienes arriba y zas! Tienes una idea. Una de las buenas. Tan buena que tú mismo te sorprendes, porque no nos engañemos, tú sabes que no sueles tener ese tipo de epifanías. Pero qué más da eso, las oportunidades hay que agarrarlas cuando llegan y coges un papel y anotas palabra por palabra todo ese torrente de talento que parece fluir sin control de u cerebro.
Eso debió pasarle a Sixpence none the richer. Seguro que has bailado su canción, y es probable que si tienes una edad respetable, la hayas incluido en algún recopilatorio de esos que hacías a finales de los 90. Dale al play.
¿Te suena? Claro.
Y ahora te reto a que me tararees algo más de Sixpence. No podrás. Porque eso es lo que pasa con los «one hit wonder», que su autor tienen un tremendo momento de inspiración.
Uno.
Solo uno. Que se lo digan a Rick.
Y no se puede vivir de un talento que solo se activa una vez cada década. O de la casualidad. La misma que hizo que aquella persona tuviera una actuación estelar el día que le conociste. Fascinante! Pensaste. Qué estilo, qué encanto, qué interesante conversación. Claro que te doy mi teléfono. Y mi mail. Agrégame en Facebook, sígueme en twitter, ¿tienes Instagram?. TENEMOS que volver a vernos. Y la segunda vez empiezas a sospechar que lo de la primera fue un espejismo. La tercera, lo confirmas: ese tío es un ONE HIT WONDER. Del entusiasmo a la decepción es una semana. Una vez más, las expectativas arruinando una promesa de grupo revelación.
Tiene su lógica. Si llevas 10 años persiguiendo ese número uno, es posible que acumules una década de momentos inspirados en un disco. Pero el exigente mundo del showbusiness no te va a dar otros diez años para componer otros 11 temas. Y llega el pinchazo.
Por eso es mejor esperar al segundo disco para tatuarte el nombre de ese grupo. Y al segundo encuentro antes de aceptar su solicitud de amistad en Facebook. Asegúrate de que aquello no es un One hit wonder, un chispazo de talento que no se volverá a repetir por muy bien que sonara aquella primera canción.
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