Es algo más que un dron. Lily promete revolucionar la forma en la que tomamos imágenes en movimiento. A diferencia de otros drones que podemos encontrar en el mercado, éste persigue al objetivo sin necesidad de que nadie lo pilote.
Ideado por estudiantes de la Universidad de Berkeley, Lily hace su trabajo gracias a un sensor de movimiento que el usuario debe activar antes de echarlo a volar. Ese sensor se comunica mediante GPS con un dispositivo circular similar a un reloj, en el que se fijan los parámetros de la grabación. Lily puede volar a una velocidad máxima de 40 kilómetros por hora y a una distancia de hasta 30 metros del objetivo. Si en algún momento se pierde la conexión él sólo aterriza.
Es completamente sumergible, puede tomar fotos en 360 grados en HD con su cámara de 12 megapíxeles y su batería le permite una autonomía de 20 minutos volando y dos horas en reposo.
La lente es un gran angular de 94 grados, y cuenta además con micrófonos, conectividad WiFi y Bluetooth 4.0. Su cámara graba en HD en resolución de hasta 1080p (720p en cámara lenta), ideal para deportes como el ciclismo, el skate, el esquí e incluso el fútbol. Mirad de lo que es capaz en este vídeo:
Lily no se puede comprar todavía. Estará disponible en febrero de 2016 a un precio de 1.000 dólares. Sin embargo, quienes hagan ahora sus reservas en su página web, podrán adquirirlo a mitad de precio, unos 500 dólares.
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