Lo confieso, la Duquesa me parte el alma. Su boda megenera tanta admiración como rechazo. Admiración porque a ella, tal y comopublicaba «La Vanguardia», nadie podrá quitarle lo»bailao». La mujer con más títulos nobiliarios del mundo -esa quepuede tutear a la mismísima Reina deInglaterra-, ha llevado hasta sus últimas consecuencias -léase hasta el altar-,toda una filosofía de vida…

Ella no necesitó al gurú que cambió nuestras vidas -Steve Jobs-, para aplicar la maravillosa máxima de vive hoy como si fuera el último día de tu vida. Noble y rica de cuna supo moverse en Palacio con la misma facilidad con la que posaba con su imagen «hippy» y transgresora. Tiene mérito Cayetana. Siempre hizo lo que quiso.

No le pesaron ni su abolengo, ni su alcurnia a la hora de decidir que quería tomar el sol como su madre la alumbró. Hay que tener una personalidad muy fuerte para echarse el mundo por montera -ella tan sevillana y española- y desafiar todos los convencionalismos de la época. ¡Las fotos tienen 30 años!


La España de hace tres décadas era, todavía, la de la transición. Era la España con el recuerdo reciente del golpe de Estado con los tanques en la calle y la de la cuenta atrás para el primer triunfo socialista en las urnas.
Por eso me cae bien y la admiro. Por su empeño- más allá de la edad- de seguir haciendo lo que quiere, cómo quiere y cuando quiere. Se casó a los 85 porque sí. Porque cree estar enamorada de alguien que cree que también está enamorado.
Y dicho esto, las maledicencias son inevitables y por eso la Duquesa me parte el alma. Inevitable pensar que quizá quien la lleva al altar -25 años más joven-, no se casa sólo por amor. Inevitable imaginar como fue esa noche de bodas en el Palacio de Dueñas con la lencería fina comprada en lo mejor de Barcelona. Inevitable rescatar un país de pandereta con la foto de los escasos 40 invitados y el baile de la Duquesa con el cura de palmero.

 

Eché de menos al sargento de la Guardia Civil y al notario de la tierra para rescatar un capítulo de «Crónicas de un pueblo». Pero, pese a todo, me cae bien. Genio y figura hasta el último suspiro. «Si no lo entienden a mi plin«, decía cuando le preguntaban por la reacción de sus hijos. Por frases como esta me cae bien pero… ¿Y si fuera mi madre? ¿Pensaría lo mismo?

P.D.: «El Intruso» se ha hartado de lo políticamentecorrecto. Me parece vomitivo, aberrante y despreciable la reacción de parte de ese movimiento antitaurino que searroga la representación de lo que entienden por un mundo civilizado. Leyendosus reacciones a la cogida de Juan José Padilla sólo se me ocurre pensar enel nazismo. Unos mataban a judíos para defender la raza aria. Otros jalean lamuerte y el sufrimiento de los toreros para defender a los toros. ¿Quién es másanimal?