Imaginad que no comprais nada envasado, que en vuestra casa no hay una sola bolsa de plástico, ni una lata, ni papel de alumnio, ni de cocina, ni productos de limpieza al uso…nada de esos residuos con los que llenamos los cubos de la basura de reciclaje. ¿Difícil, eh? Pues no lo es para familias como los Johnson de Mill Valley, California…

Más de un medio los ha bautizado como «the no trash family» precisamente por eso, por no generar casi basura. Dicen que los desperdicios no orgánicos de su casa llenan, como mucho al año, un bote de cristal de un litro…cuando lo normal en Estados Unidos, es que una familia media llegue a más de un kilo de basura al día.



Los Johnson han hecho del «recicla, re-usa, reduce» una especie de religión que gobierna su día a día. El primer paso fue «refuse» algo así como deshacerse de muchas cosas que en realidad no son tan necesarias. Hicieron una auténtica limpia en su vida. Al contrario que la mayoría, cuando se cambiaron de casa, buscaron aposta una más pequeña que la que tenían, exactamente la mitad de tamaño. «Te das cuenta de que todo es más fácil, en una casa pequeña gastas menos, tienes menos cosas y optimizas más el espacio». Tener más no siempre significa vivir mejor» concluye Bea Johnson, la madre motor de esta pequeña revolución doméstica.



Cuando su marido, Scott, escuchó por primera vez los planes de su mujer, creyó que estaba perdiendo la cabeza, pero le dejó hacer y ahora él «milita» tanto como ella en esta política y vida de no residuos.

¿Y qué hacen para escapar del plástico tan presente en cualquier tipo de envase o utensilio? Bea tiene un blog, http://zerowastehome.blogspot.com/p/tips.html, donde cuenta su secreto, da consejos y predica con el ejemplo.



Os adelanto algunas pistas: compra productos frescos y los mete directamente en su bolsa -de tela- de la compra, va a tiendas donde venden los ingredientes a granel y acude a mercados orgánicos. Ella pone los recipientes: unos tarros de cristal de toda la vida donde guarda legumbres, arroz, harina, rellena las botellas de leche, de agua, lo que necesite para su casa. Los comerciantes del barrio le llaman «the lady jar», la señora de los tarros. Y así con casi todo, incluso con los productos de aseo personal y de limpieza en general para los que recurre a remedios caseros de toda la vida, como usar vinagre en lugar de suavizante. Elabora sus propios productos de belleza, por ejemplo. Y en su lavabo no hay pasta de dientes.



Sus hijos, dos chicos de 10 y 11 años no llevan la comida en tuppers al cole. Va envuelta en servilletas de tela, por supuesto, y sus juguetes son siempre reciclados. Donaron los que tenían de plástico. Claro que en esta vida moderna no todo puede ser así, pero ellos han hecho mucho para rodearse de un entorno más natural . ¡Ah! y con la basura orgánica hacen compost que sirve de abono para el jardín.



También controlan su ropa. Cada miembro de la familia tiene un tope de prendas y cuando se estropean, las arreglan o acuden más a tiendas de segunda mano.

Dicen que ahorran y se sienten mejor. Su esfuerzo les lleva, desde luego, aplicar tanta coherencia. Los Johnson están contentos de haberlo conseguido y de que su ejemplo arrastre a otros a hacer lo mismo o a intentarlo.



Toda una forma de hacer las cosas y de vivir que, confieso, me he replanteado más de una vez, sobre todo cuando veo la cantidad de basura que generamos y no sólo en nuestras casas.

 Si todos siguieramos el ejemplo de los Johnson, muchas empresas cerrarían…o…tal vez, ¿les obligaríamos también a reciclarse, a reinventarse y ayudaríamos a que nuestro planeta fuera más natural y mejor? Granito a granito…