Hace años me crucé con él en la entrada de un locutorio de Radio. Uno de los pocos momentos de mi vida, si no el único, que le hubiera dicho a un artista «no te mueras nunca». Joan Manuel Serrat era parte de mi vida en la medida en que crecí, soñé, maduré y lloré con sus letras.

El «Nano» firmó obras maestras, adaptó maravillosas canciones y consiguió que muchos españoles recuerden algún verso de Machado o Miguel Hernández sólo porque él las puso voz y música. Siento profunda admiración por el tipo que fue capaz de crear  «Lucía», «Decir amigo», «La mujer que yo quiero», «Mediterráneo» , «Campesina» o «Aquellas pequeñas cosas» . Siento admiración por el tipo honesto, reivindicativo y poco dogmático en la misma medida que me apena su reacción ante la expropiación de «YPF».

 

Serrat tiene derecho, faltaría más, a defender sus propios intereses comerciales  en Latinoamérica, está de gira,  a costa de despreciar a su país. Tiene exactamente el mismo derecho de sus admiradores y detractores a sentirse decepcionados. Y no por la supuesta falta de patriotismo, allá cada cual con su amor a la bandera y a los símbolos.  No, no por eso. Decepciona Serrat por ponerse al lado de quienes vulneran la legalidad y manipulan a su pueblo con una indignidad y demagogia propia sólo de los países que aspiran a perpetuarse en la mediocridad. Decepciona ver cómo Serrat y su socio de correrías se convierten en los palmeros de un régimen político que avergüenza al más pintado. Serrat&Sabina palmeros de la Kirchner. ¡Quien me lo iba a decir en aquel locutorio de Radio!

Ver las gradas del Congreso argentino engalanadas como los fondos de la Bombonera o de otros estadios argentinos manejados a su antojo por las «barras bravas» genera estupor y provoca lástima por un pueblo abocado a tomar el relevo de la Venezuela de Chávez o de la pobre Bolivia de Morales.

 

Tan comprometidos, tan solidarios, Serrat y Sabina deberían ser conscientes de que sus palabras dan oxígeno a regímenes que caminan al totalitarismo en una Democracia maquillada donde el mayor insulto es llamar «española » a una diputada argentina en medio de una orgía de aullidos, reproches y gritos bananeros. No ganaron el Mundial del Fútbol. Festejaban la expropiación de una empresa española bendecidos por los protagonistas de una primera gira que curiosamente bautizaron como «Dos pájaros de un tiro». Hoy andan por tierras chilenas con otro espectáculo que rememora «La orquesta del Titanic». Serrat y Sabina quieren rendir tributo a la dignidad de los músicos que siguieron tocando mientras el barco se hundía . La misma dignidad que les ha faltado a ellos al arremeter contra una multinacional española en una escenario adornado por el cartel de su concierto en Chile. Lugar: «Pabellón Arena MOVISTAR». Multinacional española, por cierto. Así nos va.

 

RELEVO EN EL ELÍSEO

 

 

Gana Francia, gana Europa y ganamos todos con el relevo en el Elíseo . La llegada del socialista Hollande a la presidencia francesa deberá servir para suavizar la asfixiante presión a los países con apuros para recortar el déficit. Es una buena noticia para España si nuestros políticos -Gobierno central, Comunidades y Ayuntamientos-, son conscientes de que no se trata de volver a derrochar sin control. Se trata sólo de tardar más tiempo en pagar lo que se debe. Si es así bienvenida la victoria socialista para frenar las presiones de Merkel y de su poderoso y controlado Banco Central Europeo. Y de paso, bienvenido el nuevo estilo de la primera dama gala.

 

 

Vallérie no es Carla Bruni ni falta que le hace. La belleza de esta periodista de 47 años es más serena y terrenal. Ganan los franceses y no pierden demasiado las revistas del corazón. Y si no, al tiempo.