Guau. Ha sido ver a Christina Hendricks en la gala de presentación de la season finale de Mad Men esta mañana y quedarme con la mandíbula desencajada.
Es una de las protagonistas de la serie y, en la vida real, tiene pinta de ser la tía más divertida de todo el elenco. Mientras el resto de sus compañeras se presentaron en la gala con estilismos sosos de narices muy elegantes y correctos (January Jones, no miro a nadie), Christina, que sabe muy bien cómo potenciar sus encantos (ejem), apareció con este vestidazo de Zac Posen que llevaba sorpresa incluida.
En cuanto empezó a posar ante la prensa que se agolpaba en el Dorothy Chandler Pavilion de Los Ángeles, la pelirroja se quitó parte del vestido. Y no. Que nadie piense mal, que no enseñó nada… ¡la falda era desmontable!
Lo dicho: alguien que se atreva a hacer semejante performance frente a las cámaras, teniendo tal delantera, y sin enseñar nada, tiene todos mis respetos, como poco.
Todos mis respetos… y una estilista tremendamente buena, he de decir.
Porque lo mismo se planta en el set de Mad Men, caracterizada como Joan Harris, y nos deja a todos boquiabiertos con su estilazo 50’s, como la vemos en otras pelis sacando su lado menos glamouroso (eufemismo de «más poligonero»).
La talla de sujetador de la actriz es prácticamente un secreto de estado, pero ella defiende de manera tajante que lo suyo es todo natural, que tuvo que «aprender a valorarse incluso cuando su pecho le suponía un problema». Y como buena defensora de las mujeres reales, la pelirroja segura que las chicas con siluetas curvy como la suya «en lugar de intentar disimular sus curvas, deberían encontrar un estilo que las magnifique».
Por esta manera de pensar, de expresarse, de vestirse y de echar por tierra el mito de que para ser sexy en Hollywood hay que ser un bicho palo; por su camiseta pijamera color carne; y porque es miope como yo… Christina Hendricks es una de mis divas favoritas.
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