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Me diréis que soy más papista que el Papa y lo asumo. Es difícil no serlo con Francisco. Estoy  bajo los efectos de su primera encíclica sobre el medio ambiente.  Su «Laudato Si», «Alabado seas». La recomiendo. No es larga, 187 páginas, se lee fácil y está llena de una razón y lógica difíciles de rebatir. Es interesante y audaz. Invita a la reflexión y llama a las conciencias. De todos, no sólo los católicos. Puro estilo Bergoglio.

Nunca antes un Papa había ido tan lejos en la protección de la naturaleza, de lo que el llama «nuestra casa común». Nunca se había escrito una encíclica sobre este asunto. Francisco la preparaba desde hace tiempo y había dado pistas en  homilías y discursos. Al Papa verde, como le llaman algunos en Italia,  le preocupa y mucho lo que le pasa al planeta. Y no le tiembla el pulso al señalar a  los culpables y  denunciar el cambio climático que algunos todavía cuestionan. Bergoglio no. No sólo dice que es «un problema global con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas y distributivas» sino que además apunta a los grandes poderes por causarlo. Al político y sobre todo al económico y financiero.

«El calentamiento provocado por el enorme consumo de algunos países ricos tiene repercusiones en los países más pobres de la tierra» o «muchos de aquellos que tienen más recursos y poder económico o político parecen concentrarse sobre todo en enmascarar los problemas, ocultar los síntomas tratando sólo de reducir algunos impactos negativos del cambio climático»

papaescribeEl primer capítulo de la encíclica es demoledor. Hace un repaso de la salud de la Tierra con todas las heridas abiertas por culpa del abuso y el mal uso que ha hecho y hace el ser humano. «La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso vertedero» . Acusa al insaciable consumo y  el egoísmo social de los más ricos que perjudica a los más débiles, que les quita sus recursos.  «Los países en vías de desarrollo siguen alimentando el desarrollo de los más ricos a costa de su futuro y presente». «La deuda externa de los países pobres se ha convertido en un instrumento de control  pero no ocurre lo mismo con la deuda ecológica».

Un Papa combativo y libre, sin pelos en la lengua, sin miedo, que se enfrenta al poder. Que denuncia. Que pide que escuchemos la voz de la tierra y de los abandonados. Que advierte: todo se relaciona, la degradación ambiental  está unida a la degradación humana y a la degradación ética. La política sometida a la economía y a las finanzas. Unos bancos que ha habido que salvar con el dinero de la gente. Y se lamenta:»no se ha aprendido la lección, no se han hecho las reformas».  Pero da esperanza: aún estamos a tiempo si cambiamos. Una «conversión ecológica», una verdadera revolución cultural, de arriba abajo.  Si las grandes potencias frenan su tren de vida,  si somos capaces de vivir con menos, si cambiamos estilos de vida y de consumo, podemos  salvar la tierra.«¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo?».

imageEn «Laudato Si», el Papa dice muchas cosas más. Creo que es un buen resumen de lo que piensa y de lo que es la línea de su pontificado. Ha preparado mucho la encíclica, ha consultado a científicos y expertos y ha medido cuándo publicarla. Meses antes de la Cumbre del clima de París. Para invitar a la reflexión y al diálogo. Para preparar el terreno y así impulsar acciones de verdad. Que haya empeño político y económico y logremos un futuro sostenible y más justo. Ojalá.

«La humanidad tiene aún la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común»; »el ser humano es todavía capaz de intervenir positivamente»; »no todo está perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarse hasta el extremo, pueden también superarse, volver a elegir el bien y regenerarse ».