Ya está, ya pasó. Un año mas hemos sobrevivido a las fiestas navideñas con todo lo que conllevan: sus arbolitos, sus aglomeraciones, sus reuniones familiares y sobre todo… sus comidas-cenas pantagruélicas. Ahora viene lo realmente duro: tratar de poner nuestro cuerpo en el punto en el que lo dejamos. Y una vez más, la tecnología viene en nuestra ayuda.

Dicen las encuestas que el 90 por ciento de los propósitos con los que iniciamos el año se abandona en la primera semana. Será porque no nos tocan el bolsillo…


La aplicación GymPact es una comunidad en la que los usuarios pueden inscribirse y marcar un objetivo semanal de visitas a su gimnasio. Si no se cumple, el sistema retira una cantidad previamente acordada de su cuenta.
El funcionamiento de GymPact se basa en la geolocalización. Los usuarios tienen que buscar su gimnasio en una lista o añadir un punto de ‘check-in’ que el sistema tendrá que aprobar. Una vez registrado, cada uno marca el número de días que se ha propuesto ir al gimnasio y la indemnización que pagará en caso de que no cumpla su palabra.
Para incentivar a los usuarios el sistema no solo quita sino que también da. Cada semana, la web hace un balance de todo el dinero recopilado entre los usuarios que no han cumplido su palabra, y lo reparte entre quienes sí han hecho lo prometido.

Los creadores de esta aplicación aseguran que presenta una tasa de éxito del 90 por ciento, la misma que arroja el número de abandonos. Curioso ¿no?

Si optamos por ahorrarnos el gimnasio y las multas y ponernos en forma en casa, os presento la GymyGym: es una silla con apariencia de máquina de tortura, que nos permite realizar hasta 16 ejercicios diferentes sin movernos del asiento. Por si alguien se siente tentado a probarla, ahí va su precio: 419 euros.

Mucho más baratos y seguramente más eficaces, cualquiera de los gadgets para runners que ya recogí en otro post: aparatos y aplicaciones para ponerse en forma sin renunciar al esfuerzo.

Segundo propósito más recurrente: la dieta. Para este peliagudo asunto, os propongo olvidar el enojoso trabajo de contar las calorías que consumimos.
Solo necesitaremos este dispositivo, creado por Investigadores de la Universidad de Clemson. El aparato, que tiene el aspecto de un reloj digital de pulsera, cuenta el número de veces que giramos la muñeca para llevar el tenedor a la boca. ¡Un auténtico contador de bocados! Se inicia y detiene fácilmente pulsando un botón en el comienzo y el final de cada comida.

A la hora de controlar las cantidades, puede resultar muy útil este medidor de espaguetis creado por Stefán Pétur Sólveigarson: tan solo hay que introducir los espaguetis en la guía de manera que rellenen la silueta y ya tenemos la medida elegida entre varias opciones: niño, adulto o… ¡caballo! Podéis encontrarlo aquí por solo 13 euros.


Y para quienes ni contando bocados o espaguetis resisten a la tentación, Diet Floor es una baldosa que se coloca delante de la nevera para recordarnos nuestro compromiso con la dieta. La loseta incorpora un sensor y un microchip que controlan el peso de la persona, la hora y el tiempo que permanece en el mismo sitio. Cualquier visita fuera de las horas de comida será interpretada por la baldosa como una incursión en busca de un “antojito”, y hará saltar un mensaje a través de un altavoz, del tipo: “¡Ay, esos kilitos! ¡No te rindas!…”


Puede resultar muy eficaz, no lo dudo, pero también un pelín humillante, ¿no os parece?