A ver si os suena: habéis recibido parte de una herencia de, por ejemplo, vuestra abuela. El dinero, bien, la casa, bien. Y llega la pregunta: ¿qué hago ahora con todo lo que hay dentro? ¿muebles, cuadros, utensilios varios, cacharros de cocina, objetos de decoración, ropa, sus recuerdos? En Estados Unidos, lo tienen muy claro. 
Lo que la familia quiera quedarse, por supuesto, se lo queda. Suele ser lo de más valor económico o sentimental. El resto, se vende tal cual lo dejó la difunta en su propio hogar. Un agencia especializada se encarga de organizar los días de venta y poner precio a todo. Y adelante.

 



Se abren las puertas de la casa y a hacer caja. La gente entra libremente en el salón, los dormitorios, la cocina, los baños…Busca y rebusca entre lo que fueron las pertenencias de quien les dió vida y valor. Da igual un sofá que una joya, cortinas, cuadros, zapatos, la mismísima lencería o las postales que alguien le dedicó. Fuera sentimentalismos y prejuicios. Esto es un negocio más y se llama «estate sale».

La primera vez que viví aquí, me llamó tanto la atención que ofrecí al telediario este reportaje. Hace ya ocho años de esto pero os lo enseño porque está tan vigente como entonces.

¿Cómo se entera uno de dónde hay un»estate sale»? pues como cuando buscas comprar un coche de segunda mano. En los anuncios del periódico, de las agencias y en carteles por la calle que te llevan hasta la mismísima puerta.



«Estate sale» significa liquidación de patrimonio. Empezó con las herencias pero se hace también cuando alguien se va a vivir a otro lugar y, digamos, decide empezar de nuevo en el más amplio sentido. Vende su casa y su contenido como es el caso de las fotos que enseño aquí.

No sólo son muebles o ropa. Si sobra
comida en los armarios de la cocina o la despensa, por qué tirarla o darla gratis. Dólar a dólar, todo suma y con lo recaudado, lo mismo da para la entrada de la nueva casa.

Confieso que me he contagiado por esta fiebre de buscar chollos en la casa de otros. Aunque, también, da cierto «respeto» y sientes que vulneras la intimidad de alguien cuando estás dentro.

No me imagino haciendo esto en España. Somos -creo- aún demasiado apegados a lo nuestro y a lo que perteneció a los nuestros. Demasiadas adherencias y temor a que te tachen de falta de sentimientos si te deshaces de esos recuerdos.

Superado el prejuicio, encuentro muy cómodo lo que hacen aquí. Sin tener que llevar las cosas a una subasta o a otro sitio. Por no decir lo que resuelve a la hora de repartirse una herencia. Se vende todo y se reparte el dinero a partes iguales. Pura matemática y puro pragmatismo.

¿Quién no conoce a alguien que no haya reñido con algún familiar por culpa de una herencia? ¿A quién le suena aquello de esa figura es más valiosa que esa vajilla?

Por no olvidar la de espacio que ganas. ¿En qué casa de ahora caben, además de los muebles y las cosas de uno, los de un familiar fallecido y de otro tiempo?

Se liquida y a seguir viviendo. Los recuerdos importantes nunca desaparecen. Lo demás, sólo añade más peso a la mochila. ¿Opiniones?