Martina tiene tres años, le encanta el color «drosa» y los vestidos de princesa. Juro por Cenicienta que yo no tengo nada que ver. Creo que estoy a tiempo de «vacunarla» contra príncipes azules que destiñen y no llegan ni a «barones». Reconozco que cada vez me cuesta más leerle los cuentos clásicos.
De hecho los cambio sobre la marcha. La Fundación Cepaim ha tenido la buena idea de publicar «Y colorín colorado este cuento NO se ha acabado», una recopilación de cómo serían las segundas partes de los cuentos más conocidos sin estereotipos sexistas. Porque tenéis que reconocerme que aburre un poco que la princesa no tenga ni que abrir la boca para enamorar el Príncipe. Basta con «su hermosura» y en algunos casos ¡ni siquiera hace falta que esté viva!. Qué se lo digan al príncipe de Blancanieves que se enamoró como un loco al verla en el ataúd, que por muy de cristal que fuera ¡era un ataúd!….
Hace unos meses una niña de 7 años tenía la ocurrencia de mandar una carta a la marca de juguetes Lego pidiendo que se fabricasen más figuras de de chicas haciendo deporte, o convertidas en bomberos o médicos y no sólo sentadas en casa, cuidando a los niños o saliendo de compras.
La pequeña no se siente identificada con esas muñecas y está harta de que sólo las figuras de Lego masculinas realicen todo tipo de actividades y tengan empleos distintos e interesantes.
Según un estudio, publicado en la revista Comunicar, después de analizar 595 anuncios publicitarios, en la mayor parte de los anuncios los coches y personajes de acción se asocian al sexo masculino, junto a valores como la competición, el individualismo, el poder y la fuerza. Sin embargo, la figura femenina se relaciona con la belleza y la maternidad que refleja la publicidad de muñecas y accesorios. Hay excepciones, como la juguetera estadounidense Goldie Blox que sacó una línea de juguetes para ‘futuras ingenieras’. En su página web aseguran que “en un mundo donde el número de hombres en ciencia supera al de mujeres y las niñas pierden el interés en esta materia a los 8 años hay que cambiar esa ecuación”. Totalmente de acuerdo.
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