Me voy a Nueva York. Ir a la Gran Manzana sin dinero ni tiempo es como ir a una pastelería a dieta y con problemas de salud.

No debo ser la única que esta sin un duro, porque le he contado a todo el mundo que me vengo a NY, y solo una persona me ha encargado algo.

Claro, que mejor, porque he estado reflexionando sobre si me gusta ir de compras, y he llegado a la conclusión de que no. ¡Lo que acabo de decir! Es cierto, y la realidad es que desde que han nacido las tiendas online, me he vuelto una vaga.

¿Queréis saber las razones por las que no me gusta ir de tiendas?

En primer lugar, no vivo con placer ese momento de ir de compras con las amigas, bueno miento. Me gusta ir si la que compra es ella. ¡Lo bien que se me da asesorar a alguien! “Te queda bien, eso mejor no, ese color no te va…» Pero todo cambia cuando voy a comprar yo. A mí me gusta ir sola, ya que si tu amiga te quiere mucho y te ve muy ilusionada con un pantalón, por ejemplo, nunca se atreverá a decirte lo que de verdad piensa: “nena, te quedan de pena».

Otra razón son las dependientas. ¿Os dais cuenta que cuando entrais sólo a mirar siempre llega una y te pregunta: «necesitas algo», y cuando de verdad las necesitas, jamás encuentras una?  Pero es peor cuando se juntan dos. Tu estas pagando a una y siempre, se pone a hablar con otra de lo mismo: «¿Cuando trabajas? ¿Has cambiado el turno?…

Otra cosa que no soporto son los probadores. Se han vuelto súper modernos, y eso, no sé por qué, conlleva unas cortinas tan altas y pesadas que es imposible cerrarlos del todo, así que haces el show, aunque no quieras. Además, que levante la mano la que ha conseguido dejar su ropa en la percha que te ponen en el probador. Si, tranquilas, la mia también acaba tirada  en el suelo.

Ahora ya los zapatos se compran en todas las tiendas, no solo en zapaterías. Pero les ha dado por ponerlos a los pies de los burros de la ropa. Sueltos, separados, que si encuentras dos de la misma talla para hacer un par te sientes feliz y si encuentras un sitio donde apoyarte para probartelos sin matarte es ya un milagro!!! . Por supuesto, cuando encuentras donde apoyarte y te quitas tus botas, tienes un roto en el calcetín y todo el mundo te mira. ¡Estás en mitad del Zara!

Pero llega casi lo peor, no te valen. Y tras buscar media hora a una chica de dice la frase que más odio del mundo: “bajo al almacén a ver si quedan». Noooo!! Horror!!! Porque no se si sabéis que el mítico almacén no existe, y lo sé por dos razones: la primera, tardan tres días en subir, así que deduzco que se van a fumar, y dos, nunca encuentran tu talla!!! Nunca les queda. Eso después de llevar esperando el Malboro que se ha fumado con la compañera hablando de sus turnos.

Por eso os cuento que ir de compras para mi, esta pasado de moda y sobrevalorado, ahora tiene todo en casa a un click..

Estoy en nueva York Y la semana que viene os cuento si me he fundido la tarjeta de crédito o he vuelto con solo unas Converse plateadas de la talla 5.