Venga, un poquito de humor que se nos va a agriar el carácter. Dejemos a los guiñoles franceses, chinos o españoles que hagan sus parodias, aunque no tengan talento, sin darles la relevancia que no tienen. Aviso, mi post de hoy versa sobre un libro que ya es best-seller en Estados Unidos. Agarraros a la silla porque la pregunta que se hace la autora provoca sarpullidos: ¿Por qué son superiores los padres franceses?
Lo ha escrito la periodista estadounidense Pamela Druckerman que defiende la tesis de que los niños galos son más educados. En su país los ejemplares se venden como churros mientras se escucha mascullar a los lectores con incredulidad las bondades de esa especie de paraíso del «savoir-faire» infantil. Hay incluso vídeos en los que se practica la comparación de la forma más odiosa… (aunque esté en inglés no os lo perdáis porque se entienden todos los ejemplos)
Druckerman es la corresponsal de ese diario en París donde vive con su marido británico y sus tres hijos. Asegura que su libro nace de la «envidia» que sintió al ver cómo se comportaban los hijos de sus amigas francesas.


La conclusión fue que las madres de EE.UU. consideran la tarea de lidiar con sus hijos el doble de ingrata que las francesas.
A los británicos tampoco les ha hecho gracia el libro. «The Observer» asegura que en Francia un niño es un hombrecito listo para ser formateado por sus padres y, sobre todo, por la escuela. Consideran que el sistema es rígido y coloca a los buenos modales y a las matemáticas por encima de la creatividad y la expresión. Además el diario asegura que si un niño francés hace una escena, se le da una paliza y, si sigue, se le manda al psicólogo.
El libro ha generado un debate similar al que causó el año pasado la tesis de Amy Chua, estadounidense de origen chino, que proclamó la superioridad de la educación china, extremadamente rigurosa y restrictiva.
También ha sido un «best-seller» en Estados Unidos el curioso ensayo de Adam Mansbach, víctima de la tiranía de su pequeña Vivien, de 3 años. Cada noche era un «Festival de los antojos» a los que el padre cedía. Harto de todo se desahogó en internet y un simple comentario terminó siendo un libro que entró derecho a las listas de ventas de «The New York Times». El título: Te vas a dormir de una vez por todas, carajo. Ya lo decía Serrat…
Sin comentarios