Comienza el baile de verdad. Vuelven Rajoy y Rubalcaba de vacaciones para jugarse su futuro en dos años decisivos. Nada cuenta del pasado cuando llega la hora de la verdad en una Legislatura marcada por los escándalos de Bárcenas y los falsos ERE de Andalucía. Llegan ambos desgastados y dispuestos a poner en marcha sus aparatos de propaganda para que los errores parezcan accidentes. El presidente atará las clavijas a los medios públicos y meterá toda la mano que pueda en los privados en la hora decisiva. En juego está un proyecto político con alguna luz y muchas sombras. Cómo buen amante del Deporte sabe que los partidos se resuelven en el último cuarto, que las pruebas ciclistas por etapas se deciden en la montaña y que el maratón empieza cuando se ha cruzado la mitad del camino. Y en ese ecuador anda Rajoy. Dándole vueltas a lo que se guarde su extesorero en la mochila y ronroneando antes de tomar la inevitable decisión de cambiar un Gobierno agotado para frenar el imparable desgaste en la intención de voto de los populares. Hombre tranquilo y de pocas agallas, le vendrá bien la cita electoral en Europa como excusa para hacer una limpia que evite una catástrofe de imprevisibles consecuencias. Regresa Rajoy a su despacho con la cansina excusa de Gibraltar amortizada, la prima de riesgo controlada, la Economía encarrilada y la amenaza de la financiación irregular y la pasta en «B» más viva que nunca. Los sobres de Bárcenas y la más que probable venganza de su antaño amigo trasmutan en camino de espinas lo que debía de ser, a ojos de los que rodean a Rajoy, un paseo triunfal que le garantizase una victoria electoral. Llega el nuevo ciclo político con la necesidad de que el gallego ponga orden en sus filas, a la espera de lo que decida el juez Ruz, no para garantizarse una gloriosa victoria en las generales sino para salvar como buenamente pueda su futuro como candidato del PP.
Trabajo tiene. Casi tanto como el pobre Rubalcaba empeñado en dilapidar más de cien años de historia digna de un PSOE desnortado y derrumbado. Incapaz de poner orden en Catalunya, secuestrado por la corrupción de UGT a base de gambas, jamón pata negra, cañas, manzanilla y falsos ERE en Andalucía y rehén de los más radicales en Galicia y País Vasco. A uno y a otro, a Rajoy y a Rubalcaba, se les acabó el recreo y se les acaba el tiempo.
LA MALDAD
Hay pocas cosas tan abyectas como el odio que rezuma quien desea lo peor a quien no piensa como él o como ella. Nada es tan mediocre y repugnante como ese grito colectivo que anhela que el rival se muera en un hospital privado. La sarta de barbaridades que ha podido leerse en las redes sociales a propósito del accidente de la Delegada del Gobierno en Madrid sólo podía superarse con la actitud fascista y totalitaria de quienes creen que la Sanidad pública les pertenece.
Escuchar la saña con la que un grupo de ¿profesionales? de la medicina, -por fortuna pequeño-, destina a quien lucha por salvar su vida es aberrante además de un ataque a la ética y deontología de una bendita profesión. Flaco favor han hecho al legítimo movimiento de las batas blancas empeñado en convencernos de que la Sanidad pública es , ademas de mejor, necesaria.
Tal y como van las cosas, y sobre todo pensando en aquellos que tienen hijos y desean un futuro digno para ellos gracias a su valía personal, y no ha estar incluidos en las listas blancas de algún partido político de reconocido poderío e influencia.
Las cosas en este país cada vez tienen menos gracia, y un síndrome que no es exclusivo de los españoles pero si muy significativo, es el de luchar sólo cuando la situación afecta a su propio colectivo, sin ayudar y apoyar al de enfrente, en cuyas desgracias se regocijan, sobre todo cuando nos referimos a los empleados públicos que afortunadamente y cada vez más ya no tienen nada que ver con aquellos a los que se refería Larra, claro que Larra también escribió:
Vuelva usted mañana –nos respondió la criada–, porque el señor no se ha levantado todavía.
–Vuelva usted mañana –nos dijo al siguiente día–, porque el amo acaba de salir.
–Vuelva usted mañana –nos respondió al otro–, porque el amo está durmiendo la siesta.
–Vuelva usted mañana –nos respondió el lunes siguiente–, porque hoy ha ido a los toros.
–¿Qué día, a qué hora se ve a un español? Vímosle por fin, y Vuelva usted mañana –nos dijo–, porque se me ha olvidado.
El matiz estriba en que quien tiene que decir vuelva usted mañana es la criada, y el español al que se refiere es el amo y el señor.
No es de extrañar, y no me andaré ya más por las ramas no sea que me empiecen a tirar cacahuetes, que gran parte de la población más impotente ante los constantes abusos de nuestros amos/as y señores/as emulen a aquellas señoras que hacían calceta mientras disfrutaban de un buen corte de cerviz aristocrática. ¿Una actitud aceptable? no desde luego pero si comprensible.
En cualquier caso cuando las multitudes braman rugiendo por la muerte de un colectivo dicho colectivo debería reflexionar y no defender más a personajes como la insigne alcaldesa de Cádiz, cuya sola ignorancia la desautoriza para desempeñar un cargo público de tan alta responsabilidad, y lo que es peor que condena al colectivo más desfavorecido a la exclusión social por una nueva vía, la tecnológica que afortunadamente está garantizada de momento por el acceso a las bibliotecas públicas y la gratuidad de sus servicios. Lamentablemente las palabras de esta señora como las de políticos de todo color e índole empiezan a sonar cada día más a los personajes señoriales de una novela de Unamuno, Blasco Ibáñez,o Delives.
Debería exigirse una mayor capacidad a estos seres que nos representan supuestamente en democracia, un poco como se le exige a un investigador en España que demuestre su valía. Y para muestra un botón:http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/08/19/actualidad/1376935600_483731.html
Tal y como van las cosas, y sobre todo pensando en aquellos que tienen hijos y desean un futuro digno para ellos gracias a su valía personal, y no ha estar incluidos en las listas blancas de algún partido político de reconocido poderío e influencia.
Las cosas en este país cada vez tienen menos gracia, y un síndrome que no es exclusivo de los españoles pero si muy significativo, es el de luchar sólo cuando la situación afecta a su propio colectivo, sin ayudar y apoyar al de enfrente, en cuyas desgracias se regocijan, sobre todo cuando nos referimos a los empleados públicos que afortunadamente y cada vez más ya no tienen nada que ver con aquellos a los que se refería Larra, claro que Larra también escribió:
Vuelva usted mañana –nos respondió la criada–, porque el señor no se ha levantado todavía.
–Vuelva usted mañana –nos dijo al siguiente día–, porque el amo acaba de salir.
–Vuelva usted mañana –nos respondió al otro–, porque el amo está durmiendo la siesta.
–Vuelva usted mañana –nos respondió el lunes siguiente–, porque hoy ha ido a los toros.
–¿Qué día, a qué hora se ve a un español? Vímosle por fin, y Vuelva usted mañana –nos dijo–, porque se me ha olvidado.
El matiz estriba en que quien tiene que decir vuelva usted mañana es la criada, y el español al que se refiere es el amo y el señor.
No es de extrañar, y no me andaré ya más por las ramas no sea que me empiecen a tirar cacahuetes, que gran parte de la población más impotente ante los constantes abusos de nuestros amos/as y señores/as emulen a aquellas señoras que hacían calceta mientras disfrutaban de un buen corte de cerviz aristocrática. ¿Una actitud aceptable? no desde luego pero si comprensible.
En cualquier caso cuando las multitudes braman rugiendo por la muerte de un colectivo dicho colectivo debería reflexionar y no defender más a personajes como la insigne alcaldesa de Cádiz, cuya sola ignorancia la desautoriza para desempeñar un cargo público de tan alta responsabilidad, y lo que es peor que condena al colectivo más desfavorecido a la exclusión social por una nueva vía, la tecnológica que afortunadamente está garantizada de momento por el acceso a las bibliotecas públicas y la gratuidad de sus servicios. Lamentablemente las palabras de esta señora como las de políticos de todo color e índole empiezan a sonar cada día más a los personajes señoriales de una novela de Unamuno, Blasco Ibáñez,o Delives.
Debería exigirse una mayor capacidad a estos seres que nos representan supuestamente en democracia, un poco como se le exige a un investigador en España que demuestre su valía. Y para muestra un botón:http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/08/19/actualidad/1376935600_483731.html