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Estimado Molt Honorable, president de la Generalitat de Catalunya. Permítame estas líneas para expresar lo que muchos piensan  y no se atreven a decir en su tierra. Señor Mas, usted como ciudadano catalán  tiene derecho a ser independentista. Faltaría más. Nadie cuestiona que reniegue de su pasaporte  español  y hasta resulta comprensible, dada la miserable condición humana, que odie a quien no piense como usted. Tiene derecho como ciudadano, como militante de CIU y como diputado autonómico. El problema, señor Mas, es que nadie termina de explicarle que usted es algo más que un verso suelto en la sociedad catalana. Debería saber, Molt Honorable, que al presidente de todos los catalanes se le exige respeto a su pueblo, a todo su pueblo sin excepciones,  y una mínima dosis de dignidad que evite el ridículo político permanente. Sé que es difícil comportarse con sentido común cuando alguien está rodeado por una tropa de “pelamanillas” , demagogos, irresponsables y mediocres.  Seguramente, señor Mas, nadie de su entorno,- esa familia convergente obligada al matrimonio de conveniencia con Esquerra-, le ha terminado de explicar que usted no pasará  a la historia  como el Mesías que guió al oasis de la independencia a su pueblo. No, señor Mas.  No es usted el Mesías y  ni siquiera la versión catalana del Wallace escocés retratado en  Braveheart.

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Es una lástima , señor Mas, que nadie le haya dicho con sinceridad, a la cara, sin rodeos y con crudeza  que el  único hueco que le guarda la historia es el de haberse erigido en el hombre que llevó a su partido a la miseria electoral.  Ocupará ese hueco y el del  personaje que provocó una incurable herida en la gente de su pueblo. Usted, señor Mas, es el verdadero responsable de que el histórico “seny” catalán haya mudado en un irreversible odio social. Es usted culpable de que familias enteras estén enfrentadas y no puedan sentarse a la mesa a dialogar porque en su Catalunya, señor Mas, ya no se respeta la diferencia.  Su “nació” es ahora, señor Mas, el paraíso de los censores que impiden el rodaje de una serie por española y que por la misma razón vetan carteles de toreros en exposiciones fotográficas.

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Permítame, desde la modestia, algún consejo señor Mas. Intente desterrar la ignorancia, es mala consejera, abrace la sensatez  y haga un esfuerzo para  evitar el ridículo.  Se hará un favor a sí mismo y a su pueblo y evitará el papelón de presentar como buenos los 50 patéticos folios con los  supuestos agravios de España a Catalunya.  Compórtese como un dirigente digno y no como el niño malcriado que deja una silla vacía para apuntarse el tanto de plantar a la vicepresidenta del Gobierno español. Y uno más, señor Mas. Deje de actuar como un mal tahúr del Missisipi porque al final no cuela. Su propuesta de país, – esa Entesa que quiere incluir a Esquerra y a caras conocida como Pep Guardiola-, no es más que un intento a la desesperada para salvar su imagen la de su Partido.