Felipe, Corcuera. Leguina, Guerra, Belloch…La vieja guardia del socialismo español sale en tromba a defender su legado y a intentar poner ideas y clarividencia en la vacuidad intelectual de un PSOE atrapado en un circulo vicioso donde se conjugan ruindad política y estrépito electoral. La falta de liderazgo solvente se plasma en decisiones absurdas que desgastan a una formación en manos de un grupo de dirigentes que han renunciado al karma de partido de Estado con vocación de poder. El apoyo del PSC a la vía soberanista o el respaldo la huelga política que mantiene en jaque al sistema educativo en Baleares son las dos últimas perlas de una “banda” que va por libre. El socialismo balear, con el beneplácito silencioso del español, ha rizado el rizo al echarse a la calle contra un modelo trilingüe que garantiza la educación en catalán, inglés y castellano. Los mismos que defienden, y con mucha razón, la necesidad de un sistema educativo público solvente para garantizar un futuro mejor son los que gritan contra un modelo educativo que aparenta sentido común. Increíble y sorprendente.
LA BUENA GENTE
España es un país de buena gente donde más de dos millones y medio de trabajadores soportan estoicamente la enésima dentellada del poder. El Gobierno vuelve a congelar el sueldo de unos funcionarios que han perdido el 15 por ciento de su poder adquisitivo en los últimos cuatro años. Una medida que parecía sensata en 2010 y comprensible en 2011 comienza a percibirse como una solemne injusticia contra la clase más castigada de la crisis entre los que todavía tienen trabajo. El problema no es dejar en la nevera la nómina de los funcionarios. Lo grave es que se haga con un colectivo que dispone de unos sueldos que dan lo justito, justito para llegar a final de mes. No se entiende que el primer presupuesto de los últimos años diseñado para el crecimiento económico se conjugue con un nuevo varapalo a los sufridos trabajadores de la administración pública.
“GROSSE KOALITION”, A LA ESPAÑOLA
Haría bien la clase política española en mirarse en el espejo alemán. La incombustible Merkel, – la mujer más poderosa del mundo-, afronta su tercer mandato dispuesta a pactar pese a rozar la mayoría absoluta. La canciller pergeña la repetición de una “grosse koalition” , – la gran coalición-, aunque la aritmética parlamentaria le permite gobernar cómodamente aplicando el rodillo de sus más de 300 diputados. Debe calar el ejemplo germano en una España abocada a los pactos ante un previsible escenario donde el partido más votado quedará lejos de la ansiada mayoría absoluta. Sólo un gran pacto entre las dos grandes formaciones políticas se antoja como solución a un Parlamento fragmentado con una presencia cada vez más notable de opciones independentistas.
La crisis económica e institucional abocará a un castigo relevante a los dos grandes partidos que sufrirán una sangría de escaños sólo compensada por una “grosse koalition” a la española. El PP tiene difícil gobernar con otras formaciones que amenazan con darle la espalda después de meses de desplantes y desafíos. El PSOE, -por mucho que se empeña su todavía líder -, tendrá muy complicado formar gobierno salvo que logre el milagroso apoyo del resto de grupos parlamentarios. Quizás PP y PSOE estén obligados a hacer de la necesidad virtud y caminar juntos,- al menos un parte de la Legislatura-, para finiquitar definitivamente la crisis.
Están los del PSOE como para dar lecciones: corrupción: Gal, fondos reservados, Roldan patada en la puerta, el hermanisimo etc. Tenemos memoria de pez, pero no tanto.
Los funcionarios son los chivos expiatorios, el camino más fácil. Todo por no poner en la calle a los miles de enchufados que colaron en la administración pública
La Merkel es mucho —
Están los del PSOE como para dar lecciones: corrupción: Gal, fondos reservados, Roldan patada en la puerta, el hermanisimo etc. Tenemos memoria de pez, pero no tanto.
Los funcionarios son los chivos expiatorios, el camino más fácil. Todo por no poner en la calle a los miles de enchufados que colaron en la administración pública
La Merkel es mucho —