Ella es, sin duda, una de mis favoritas. Laura Ponte ha impuesto un tipo de belleza lleno de verdad, alejado de las modas. Es de esas mujeres que nacen tocadas por el estilo y la elegancia, con ese punto tan «chic» que el resto buscamos toda la vida y muchas nunca encontramos. La modelo asturiana, nacida en Galicia, es una chica con clase, solitaria, relajada y muy atractiva, siempre sin proponérselo. No me importa el momento del día o la ocasión en la que la veo, siempre quiero vestir como ella, siempre sueño con tener esa imagen de dibujo manga, con esos enormes ojos y esa delicadeza de vajilla de Limoges.
La base de su armario es muy sencilla. Compra prendas que muchos describirían como sosas: pantalones pitillo negros, blazers masculinas, camisas monocromáticas con cierto estilo romántico… básicos que encuentras en Zara bastante baratos y que ella misma compra en tiendas low cost. No es raro encontrársela en el Massimo Dutti de La Moraleja Green, de Madrid. Luego, la modelo abre su cajón de los complementos y saca un cinturón, un tocado, unos pendientes, todos con ese toque naif, y hace magia.

Laura Ponte es íntima amiga del que es mi diseñador español predilecto, Miguel Palacio. El vasco es original, perfeccionista en patronaje y detalles, innovador en el uso de tejidos y un verdadero mago creando complementos. La última vez que me encontré con la ex nuera de la Infanta Pilar fue en una fiesta organizada por Christian Dior en Madrid. La modelo eligió un vestido rojo con remates azules de su amigo, el modelo era precioso, pero ¿qué hizo que Laura fuera la más elegante, original y divertida? lo combinó con unas medias rojas y unas sandalias de tiras doradas, que todas las comunes pensaríamos que son sólo, como las bicicletas, para el verano.

Los momentos de la astur-gallega que más me gustan es cuando la invitan a una boda. Es el momento del tocado. Deberían invitarla a todos los enlaces de España para que el resto copiemos sus geniales ideas. Mi «look» favorito para ir a una boda fue cuando eligió una falda lapiz en color azul marino, una blusa blanca sencillísima, un cinturón maravilloso de Miguel Palacio y rematado por un alucinante sombrero, ¿quién era la novia? de ella ni me acuerdo.