Cuando me levanté el sábado por la mañana, día después de Reyes, y me planteé coger el coche y al niño e irme al centro de Madrid a ver una exposición, me entró una pereza… Le mandé un mensaje a mi jefa en este blog, con la que había quedado para ir a ver la muestra y le dije: «¿Y si cambiamos la visita cultural por irnos de rebajas?» a lo que me contestó: «De eso nada, nos vamos a ver la exposición de Yves Saint Laurent que acaba mañana y te escribes un post para el miércoles». Y la verdad: que bueno es hacerle caso a los jefes.




Si alguien tenía alguna duda de si la moda es arte, espero que haya visto la exposición que ha estado un par de meses en la Fundación Mapfre de Madrid, donde se podía admirar esta chaqueta con la que el diseñador francés homenajeó a Van Gogh en su colección de Alta Costura de la primavera verano de 1988. La unión del arte y la moda es, con esta chaqueta, un hecho.
Pero empecemos por el principio.


Yves Saint Laurent tiene una biografía peculiar. No es la típica historia del genio que se hace a si mismo, de una familia humilde y esas cosas tan bonitas que nos gusta leer a todos en una biografía de alguien a quién admiramos. No, Yves nació en Argelia, en el seno de una familia francesa adinerada, tímido, frágil y delicado. Su madre enseguida se dio cuenta de la sensibilidad de su hijo para la moda y lo mandó, con 17 años, a París. 
Tras estudiar en una academia de diseño, el director de Vogue Francia consiguió que entrara a trabajar mano a mano con otro genio, Christian Dior, que le llamaba «mi príncipe». Pero hay veces en las que el aprendiz supera al maestro, y cuando Dior fallece e Yves hereda la parte creativa de la firma, crea su colección «Trapecio», en el verano de 1958. 



Vista en 2012 puede que no os sorprenda, pero entonces fue una revolución, que desencorsetó a la mujer para siempre. Empezó una nueva era en el mundo de la moda. «Coco Chanel liberó a la mujer, YVS le dio poder».




La exposición recorría la historia de 40 años de creación, 150 modelos que hablan de las tendencias de la moda en las últimas décadas. Este hombre de aspecto tan frágil combinó la Alta Costura con el Pret a porter, como nadie, dando un nuevo concepto al negocio de la ropa.



Eché en falta un apartado específico de las aportaciones de Yves a la mujer. Él mismo decía: «Me he puesto al servicio de las mujeres, me he dedicado a servirlas». Y con esta filosofía nos quito de encima la cintura de avispa (que para la que la puede llevar es preciosa pero para el resto nos queda terrible) nos dio poder vistiéndonos con esmoquín y creo la sahariana, tan actual treinta años después.




Lo que más me gustó de toda la muestra estaba en el sótano. Mientras Guille roncaba en el carrito, me quedé completamente fascinada mirando uno a uno los más de 80 bocetos a mano de sus desfiles. Cada boceto, con un dibujo a lápiz precioso, llevaba un alfiler con un trozo de la tela o telas que iba a llevar ese diseño, una verdadera maravilla para los que amamos el proceso de la moda, y mucho más cuando su diseñador es un verdadero genio.



Me pongo triste cuando pienso que ya nadie hace moda como la que hacía Yves Saint Laurent. Pero también pienso que era un genio, un maestro, un artista como Picasso, Goya, Monet o Van Gohg y que, como ellos sus obras merecen estar en un museo y me alegro de hacer caso a quién sabe y de haber ido a ver la exposición.




P.D.: Aquí escribe ahora «la jefa» para aclarar algo. No soy su jefa. Para nada. Y la convencí porque se lo que le fascina la moda. Ella me da «empujoncitos» a mi todos los días.