Llegué a este vídeo después de leer un artículo en el diario El Mundo. No puedo hablar en primera persona porque mis hijos son muy pequeños y no han sufrido acoso pero sólo imaginarlo me tiemblan las piernas. Sin embargo algo me dice que el miedo es la clave.  El miedo y la estupidez de algunos críos que a veces cruzan todas las rayas imaginables.

Cuando era una cría había una chica en mi colegio que aprovechaba cualquier oportunidad para llamarme jirafa. La verdad es que me fastidiaba profundamente pero nunca llegó a ser un problema. Me pregunto qué hubiera pasado si la misma chica hubiera estado en mi clase y si su prepotencia hubiera alejado a mis amigos. Hay grados en el acoso igual que hay críos más sensibles que otros. Los profesores son la vanguardia en esta «batalla». Ellos pueden rescatar de la trinchera a la víctima. Los padres a veces son los últimos en enterarse tanto si su hijo es el «malo» como si es el «bueno». Qué peligrosas son las etiquetas. Esta semana se ha puesto en marcha la campaña «Ten narices» . Es un S.O.S. al que todos debemos responder.


Hay que dar armas a los más pequeños para que se defiendan del acoso, tanto en el colegio como en las redes sociales, algo que muchas veces va unido. Evitar casos como el de Amanda Todd que nos conmovió con su vídeo de despedida.
Amanda fue víctima del ciberbulling, el peor de los casos. El acoso no termina cuando el crío  sale del colegio y llega a casa. Los «enemigos» están en el salón, en el dormitorio, donde esté el ordenador.  La única ventaja es que quedan rastros del acoso que se pueden aportar como pruebas en una denuncia.  Si necesitáis ayuda podéis poneros en contacto con la policía, con la asociación «No al acoso escolar» o con la Fundación Protégeles que actúa con el defensor del menor.