guion

Si él escribiera mis diálogos, podría decirle a mi novio: «Creo que deberíamos ser solo amigos». Él contestaría: «No quiero amigos», y yo añadiría «Solo estaba siendo educada, no tengo intención de ser tu amiga».

Para que mis interlocutores estuvieran a la altura, él tendría que escribir también sus réplicas, claro. No hay diálogo brillante si al primer gancho, el que está al otro lado queda tendido en el ring. Así que quiero que él escriba mis escenas completas.

En ese mundo imaginario en el que él me dicta lo que debo decir, a veces dirijo un informativo. Y entro en el despacho del presentador y comienza un toma y daca intenso como este:

Si él escribiera las palabras que envuelven mi vida, mis días transcurrirían frenéticos manteniendo interminables conversaciones por los pasillos. Porque esa es su especialidad. Walk and talk. Sin parar. Desde la sala de reuniones hasta mi despacho y de ahí a la sala de prensa. Encuentros que se van enlazando por los rincones. Discutiendo cuántos votos nos faltan para sacar adelante esa ley, salpicado por algún asunto personal, mucha ironía, un juego de palabras, y un milagro: que no nos quedemos sin aliento.

Una vez leí a Aaron Sorkin (de él hablo, claro) explicar que cuando escribe un diálogo lo que intenta es que sea redondo. Que sea ese diálogo que mantendríamos si pudiéramos reescribirlo después de ocurrido. Ya sabes, ese runrun que se te queda después de colgar. Cuando piensas… ¿Y por qué no le dije esto?, tendría que haberle contestado esto otro… Todas esas ideas que se te ocurren antes de que esa conversación empiece, o cuando ya es demasiado tarde. Son en definitiva esos diálogos perfectos que ocurren cuando estamos entre cajas, antes de salir al escenario. Ojalá Sorkin, escondido siempre de apuntador susurrándome frases brillantes.

Porque ¿quién mantiene una conversación como esta tras amanecer al lado de un casi desconocido?:

«-Soy un emprendedor.

- Eres desempleado.

- No diría eso.

-¿Y qué dirías?

- Que soy un emprendedor.

- ¿Cuál fue tu último emprendimiento?

- Bueno, fundé una compañía de internet que le permite a la gente descargar y compartir música gratis.

- ¿Algo así como Napster?

- Exactamente como Napster.

- ¿Qué quieres decir?

- Yo fundé Napster.

- Sean Parker fundó Napster.

- Un placer conocerte.

- ¿Me acabo de acostar con Sean Parker?

- Te acabas de acostar con Sean Parker»

Es probable que esas conversaciones redondas no existan en la vida real. Que esas frenéticas discusiones nunca se produzcan en el despacho oval. Que esas reuniones de escaleta en una redacción sean imaginarias por redondas e imposibles. Que quien ordena un código rojo nunca lo gritará ante un tribunal. Incluso puede que Sorkin se repita. Ahí va una de «sorkinismos»:

Me da igual. Me gusta la ciencia ficción. Quiero que los diálogos de Sorkin me pasen por encima. Quiero quitar los subtítulos y pasarme a la versión doblada porque soy incapaz de seguirlos en inglés. Quiero perderme si alguien me distrae un segundo y volver atrás para verlo de nuevo. Quiero perdonarle que a veces se pase de almíbar.

Porque para diálogos descafeinados y predecibles ya tengo cientos de series y películas .

Para conversaciones imperfectas ya  tengo mi vida.