Una fácil: se celebra cada cuarto jueves de noviembre, es la más familiar de las fiestas «made in USA», la instauró Lincoln, la estrella de la mesa es el pavo pero, antes de desdoblar las servilletas, se hace algo con mucho sentido…

…Se da gracias. Por lo que cada uno quiera y a quien crea conveniente. Se agradece a Dios o a la vida, la tierra o a los tuyos. Thanksgiving es el día que más une a los estadounidenses. Según mis amigos, tiene de bueno que no es una fiesta religiosa y además, no hay regalos. Así que, se está a lo que se está.

 

Es decir, a estar con los tuyos, familia o amigos, compartir mesa y mantel y ponerse al día. Para algunos es el único momento del año en el que están todos juntos. Millones de americanos viajan y se recorren el país de punta a punta para reunirse.

 
 El origen de Thanksgiving en USA -también la celebran en Canadá en octubre y en otros países- se remonta a la época colonial, a 1691. Cuando los europeos vinieron a este inmenso país y empezaron a hacerlo suyo en tiempos duros para sobrevivir. Así que celebraron la primera cosecha con un banquete. Otros, sencillamente, daban gracias por estar vivos y seguir adelante.



El menú tradicional es pavo asado, puré de patatas, relleno -stuffing-, judías verdes, ensaladas, salsa de arándanos y «gravy» una salsa hecha con el caldo del pavo, pasta con queso…

 


Y el postre: tarta de calabaza o de manzana o de lo que cada uno quiera o más le guste y bombones.

Lo que se dice un festival para el estómago que tenía su sentido en tiempos pasados cuando trabajaban duro en el campo y quemaban calorías.

 
Ahora, lo que te proponen es fundir la tarjeta de crédito en el llamado «Black Friday»-el día después de Thanksgiving-, convertido oficialmente en el pistoletazo de salida para las compras de Navidad. Una auténtica locura consumista que hace que muchos guarden cola, ya de madrugada, a la entrada de grandes superficies para avalanzarse como como posesos en busca del chollo.
 
 
La clave de este «viernes negro» es, una vez más, fomentar el negocio, mover la economía en un país donde el consumo interno supone las dos terceras partes de su PIB.
Se calcula 152 millones de estadounidenses han salido a comprar y se han podido gastar más de 20 mil millones de dólares en sólo un día.

Los comercios suelen abrir sobre las cuatro o cinco de la madrugada. Cada vez son más los que lo adelantan a las doce o incluso algunos se han atrevido este año a hacerlo las nueve de la noche del mismo jueves de Thanksgiving, respetado antes para que todos pudieran disfrutarlo como manda la tradición y el sentido común.

Hay voces que denuncian que se está desvirtuando el día de acción de gracias. Que el afán por adelantar el espíritu navideño y sus ventas está eclipsando a la fiesta más genuinamente americana. La vida nos atropella una vez más. No acabamos de festejar una cosa cuando ya nos embarcamos en preparar la siguiente aunque falte un mes. Que paren que me bajo.

Por cierto, lo de llamarle»viernes negro» tiene varias explicaciones. Una habla del nombre que la policía de Filadelfia daba a este día por el caos que suponía de tráfico y gente en la calle. Otra versión es que los negocios convierten sus números rojos en negros con tanta venta… 

Y otra cosita. También tenemos el «cyberMonday» para los que prefieren hacerse con la ganga a golpe de ratón. Es el lunes siguiente al viernes negro. 

De este Thanksgiving, me quedo con la estupenda y deliciosa comida con la que nos obsequia cada año Nathalie y la compañía de los amigos que hacen sentirte mejor que en casa.



Y una tradición muy de aquí: el presidente indultando a dos pavos. Esta vez a Libertad y a Paz. Menos mal. Aún hay esperanza. Gracias!