Berlín, Amsterdam y Valencia son tres buenas opciones para correr un maratón de otoño pero hay vida más allá del viejo Continente. Si alguien quiere y puede cruzar el charco, que no lo dude. Que anote las dos grandes citas americanas pero que no olvide la cartera.

CHICAGO
Una de las mejores pruebas del calendario runner. Un maratón que está, por méritos propios, en el selecto club de los seis grandes Majors. La ciudad es agradable, bonita, adictiva e ideal para afrontar la batalla. El recorrido es completamente urbano y el perfil es muy llano salvo una pequeña subida de 300 metros en el kilómetro 41. Hay animación a raudales en prácticamente todos los metros de la carrera con un público enternecedoramente chillón y muy entregado .

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La salida está bien organizada con sorprendente facilidad para correr desde el primer kilómetro pese a la masificación de los cerca de 50.000 atletas. Es un maratón para soñar y para “volar”. La ciudad anidó el récord del mundo y todos los meses de octubre atrae a los mejores maratonianos para intentar recuperar la marca que la corone como anfitriona de la mejor marca mundial. Chicago destila Blues, baloncesto, pizzas típicas, buena carne y espíritu maratoniano. Sus vecinos se dejan el alma para demostrar que la carrera está al nivel de Nueva York.

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Doy fe de que casi lo consiguen. El problema de Chicago es que no es fácil correr por sus calles salvo que se disponga de los cerca de 1.500 euros que piden las agencias que garantizan o dorsal o salvo que se acredite una marca bastante exigente y al alcance solo de los populares más rápidos. El premio es disfrutar de una hermosa carrera y del post maratón donde, medalla al pecho, te sientes como un héroe anónimo en las calles de la capital de Ilinois.