Acaba de cumplir cuatro años, acumula dos Pulitzer entre otros premios y reconozco que sabía poco de su existencia. He conocido a uno de los periodistas que lo hacen posible y me fascinó la historia. «ProPublica» es un grupo de investigación SIN ANIMO DE LUCRO, formado por 34 periodistas que proponen, investigan y sacan reportajes. Una ONG de la información. Trabajan con la libertad de quien no está en manos de una empresa o un particular. Hacen ese periodismo con mayúscula y lupa con el que soñábamos en la facultad y que se va perdiendo…
Se pierde porque cuesta dinero y tiempo. Es caro dedicar un equipo de periodistas a seguir un tema en profundidad durante meses, con viajes y en exclusiva. Y estamos en crisis. Se pierde porque pocas empresas de información se resisten a no ser independientes y olvidar sus intereses políticos y económicos. Los medios públicos deben hacerlo. Unos están en ello, otros no.(Esto daría para otro post)
Y se pierde porque la voracidad de la actualidad, el frenético día a día y la búsqueda del último dato relega esa otra forma de hacer periodismo que bucea en las fuentes y va mucho más allá del titular de la noticia.
Agencias como ProPublica son diferentes. Trabajan en eso, en buscar temas de interés social o con «moral force», que ayudan y denuncian injusticias. Investigan en profundidad, hacen el reportaje y lo ofrecen GRATIS a medios como «The New York Times» o «The Washington Post», que lo publican y les da, de paso, prestigio.
¿Significa esto que los periodistas de esos periódicos se quedan sin trabajar en temas importantes?
«Al contrario, les complementamos. A veces trabajamos juntos, es un apoyo mutuo, compartimos fuentes» me comenta uno de sus periodistas, Sebastián Rotella, y añade que hacen lo mismo con las cadenas de televisión y de radio que quieren sus reportajes. Trabajan en equipo y suman esfuerzos.
¿Cómo se financian, quién paga? Con donaciones. Algunas aportan mucho -más de una decena de fundaciones están en ProPublica-y otras son más modestas -aportaciones de gente anónima- pero todas cuentan. ¿Y qué obtienen a cambio los que ponen el dinero si no hay beneficios? Obtienen la satisfacción de ver cómo salen a la luz reportajes de calidad, investigaciones periodísticas que consideran necesarias para el bien de la sociedad, por su interés y servicio público.
Es un ejemplo más de la filantropía «made in USA» de ese «give back to society». Ese «devolver a la sociedad lo que la sociedad te ha dado». Aquí lo practican mucho. Está en su cultura. En España no me imagino un proyecto así(quizá exista y no lo sé) pero creo que nos costaría darle dinero y enseguida sospecharíamos sobre qué o quién hay detrás.
En ProPublica, según me explica Sebastián, los periodistas tienen plena libertad para proponer y elegir los temas que investigan. Quienes les financian, los donantes, no interfieren porque «quieren precisamente eso, invierten para conseguir una investigación periodística independiente».
Cuatro años después, ProPublica crece y goza de buena salud. Sus clientes son mayoritariamente los medios americanos, pero también han publicado en otros países. Entre otras cosas, ha conseguido poner cifras y nombres, por ejemplo, a las comisiones que los laboratorios pagan a los médicos, ha denunciado los peligros para la salud de unas instalaciones de gas, las prácticas de Wall Street que llevaron al a crisis, o descubierto un caso de corrupción policial después del Katrina en Nueva Orleans, que le valió el primer Pulitzer a un reportaje on line.
Quizá sea la más joven de estas ONGS periodísticas nacidas en USA. La más veterana es el Center of Investigative Reporting, de 35 años, que se guía por parecidos principios y objetivos.
Para que sepais más, aquí teneis sus links. ¡Larga vida al periodismo de investigación… independiente! El verdadero cuarto poder.
Aquí sería inviable. Primero, porque algún grupo intentaría manipularlo para su beneficio cuando ese grupo periodístico consiguiese cierto poder e influencia y segundo, porque tienes razón y aquí no nos fiamos a la hora de dar dinero, aunque creo que la culpa es de tanto chorizo, de tantos casos de caraduras que se han aprovechado del dinero y la filantropía de los demás a lo largo de los años. Somos el país de la picardía y eso, a la larga, pasa factura.
Aquí correrían peligro …..muy interesante el post