averrazano

Por Óscar Vázquez, periodista de “Antena 3” en busca de su décimo maratón.

 

Eres valiente amigo runner. ¿Nadie te ha dicho que vas a debutar en uno de los maratones más duros y exigentes? No tengas ninguna duda de que Nueva York te va a dar lo mejor y lo peor de la distancia.

Vas a correr en calles abarrotadas por cientos de miles de almas que van a dejarse la garganta para gritar tu nombre estampado en la camiseta. Porque supongo que no habrás cometido la torpeza de no personalizar tu atuendo  para devorar kilómetros en la «gran manzana». Vas a recorrer los 5 distritos de la ciudad más fotografiada del mundo. Vas a sentirte un héroe callejero cuando los neoyorquinos, Policía incluida, te paren para felicitarte por la medalla que cuelga de tu pecho. Pero no tan deprisa, amigo. Queda  un viaje largo y más de 26 millas para que una sonrisa de oreja a oreja cruce tu cara en la meta de Central Park.

 

RUMBO A NUEVA YORK

Podías haber optado por el maratón de tu ciudad. En España, salvo Madrid, tienes donde elegir para no sufrir con una prueba «rompepiernas». Sevilla, Barcelona, Valencia o San Sebastián son algunas de las que te ofrecen un perfil más o menos asequible para afrontar el reto de los 42,195 km. Si te apetecía darte un baño de «glamour» con alguna prueba europea lo tenías muy, muy fácil. Perfil cómodo en Berlín, majestuosamente asequible en Londres y exigente sin agobios en París. Y si la opción era cruzar el charco qué mejor que irse a orillas del lago Michigan para disfrutar de la llanura de las calles de Chicago. Pero no. Tenía que ser Nueva York. La ciudad que nunca duerme y que va dejar una huella, no lo dudes, que difícilmente olvidarás.  Nada más aterrizar te darás cuentas de que estás en otro mundo. Estás en territorio runner. Estados Unidos es, –  posiblemente junto a Japón-, el país que más y mejor cuida a los atletas populares. Vas a la prueba más emblemática y mediática del mundo. NYC respira maratón en cada esquina. Y nada más pisar el suelo brillante de la isla de Manhattan te das cuenta de que la aventura va en serio.

acartelny2009Primera cita en la feria del corredor donde te va sorprender su grandeza. El «jet lag» y el bullicio hacen que te sientas en una nube antes de recibir el dorsal perseguido y soñado durante meses. Eres un privilegiado. Uno entre los casi 50.000 que corren y uno entre los más de medio millón que aspiraban a hacerlo. El sueño cambiado no te ayudará y por eso es importante que no patees NY como si fuera el último día de tu vida. Visualiza la llegada, acércate y pasea por la meta pero procura descansar. Ya te habrán explicado, -amigo debutante-, que tienes que comer muchos hidratos para retrasar la llegada del temido muro allá por el kilómetro 30.  El menú del fin de semana es aburrido. El viernes cenas pasta. El sábado comes pasta y el día lo terminas con lo mismo. No es una pócima mágica pero ayuda tanto como un puñado de horas de descanso. Acuéstate pronto y gánale una hora al sueño porque NY cambia al horario de invierno la noche antes de la prueba. El despertador va a sonar pronto, -04:30 de la madrugada-, para un completo desayuno que no debe ser muy distinto al habitual. Espera el «traje de la batalla» con dorsal incluido y la ropa, -más vale que sobre-, que lanzarás al aire en la salida 45 minutos antes de comenzar a rodar por el inmenso puente de Verrazano.

El traslado a la zona de salida es el preludio a la batalla. Vayas en bus o en barco a State Island te rodeará el silencio a veces y las nerviosos conversaciones en otros momentos de los compañeros de fatigas. Llegarás a la fortificación militar casi tres horas antes de la salida, te recibirán voluntarios sonrientes y te ubicarás en la zona señalizada con el color  de tu dorsal. No te agobies si tienes hambre. Hay café, té, bebidas energéticas y bollería. Matarás el tiempo luchando contra el frío e imaginando cómo será la carrera. Cuando quede menos de una hora  para la salida te obligarán a dejar tu mochila si has optado por la opción de entregar la bolsa en el ropero.

NEW YORK, NEW YORK

¿Hablas inglés? ¿No? Tranquilo, el aviso por megafonía llega también en español. Te diriges a la línea de salida y esperas uno de los momentos que jamás olvidarás. Suena el himno americano y su gente, -¡qué envidia!- , se lleva la mano al pecho y lo canta a «capela». Después el vozarrón del genial Sinatra para recordarte,- sí frótate los ojos-, que estás en Nueva York. La salida es dura porque el imponente puente de Verrazano tiene una pendiente considerable que te acompañará durante casi una milla. En Brooklyn  te espera un anticipo de lo que va a ser la carrera. Miles y miles de almas entregadas a la prueba, niños que quieren chocar sus manos con la tuya y  orquestas que echan el resto sin perder la sonrisa. El «barrio de las casas y las iglesias» cuenta con una considerable población hispana. Saldrás de Brooklyn con las piernas todavía frescas para entrar en Queens. El barrio más grande de Nueva York con una población mayoritariamente hispana y originariamente europea.

Lo notarás porque si llevas algún símbolo visible de España te animaran con muchas ganas y en castellano. Te sorprenderá, por el contraste, el silencio del barrio judío y enfilarás el puente que marca la mitad de la prueba. Dicen los cánones que el maratón empieza de verdad en el km 21. No es el caso. NY es distinto y la carrera de verdad comienza en el km 25 cuando la dureza y la soledad del puente de Queensboro te golpean con  toda su crudeza. Es el único momento donde estás solo de verdad. Solo con el ruido de tus zancadas al golpear el suelo. Solo con la respiración forzada antes de ver una luz que es el preludio de un baño de masas ensordecedor.

amanhattan ¡Entras en Manhattan! La interminable Primera Avenida es una locura pasional donde público y corredores se alían. Un momento imborrable que mezcla emoción, euforia y  primeros síntomas de agotamiento. Al final de la larga Avenida espera el barrio del Bronx. Esa zona donde, dicen, sólo se puede caminar o correr con seguridad el día del maratón aunque seguro que exageran. La salida del Bronx es la señal de que el objetivo está cerca. A 10 km de la meta hay que reponer fuerzas con algún gel de absorción rápida para afrontar con garantías la eterna subida de la Quinta Avenida. Salir «vivo» de este tramo es garantía de acabar la prueba pese a que queda la dura parte final del Central Park.

acentral parkMarathon_New_York

Una zona de toboganes que pueden ser la tumba del runner que vaya justito de fuerzas. Los últimos kilómetros son sencillamente únicos. Un mar de banderas, con mucha presencia de las españolas, y gritos de ánimo que hacen sentirte como el campeón olímpico que no eres. Pasas la milla 25 e imaginas cómo va a ser la entrada en la meta de una ciudad que convierte en héroes a quienes han sido capaces de derrotar a la distancia y de honrar las calles de una tierra que vive un año entero por y para el maratón. Graba mentalmente tu llegada porque será algo irrepetible. Hay pocas cosas comparables a la satisfacción de un maratoniano cuando cruza la línea de meta. ¡Lo has hecho! Lo has logrado después de meses de esfuerzos, sacrificios y privaciones pero, te aseguro, habrá merecido la pena. Caminas con una sonrisa bobalicona mientras un voluntario te coloca la medalla . Posas para las fotos oficiales y enfilas el regreso a tu hotel con la mirada brillante que delata a los pequeños héroes  neoyorquinos. Luces la medalla que delata a quienes han podido con la mítica distancia. Amigo runner, ahora sí, eres maratoniano.

amedalla buena