Esto podría ser el cuento del patito feo. O la propia vida. Smiles era un polluelo que rescatamos del suelo. Se cayó dos veces de su nido que, por cierto, estaba encima del techo de nuestro baño. La primera lo devolvimos a su casa.

La segunda dedujimos que le echaban sus hermanos o la falta de sitio. Así que lo recogimos, le hicimos un pequeño nido y lo alimentamos echando mano de toda la imaginación e ingenio posibles para que no extrañara su entorno natural.

Los niños le pusieron Smiles por la forma de su pico -grande y a modo de sonrisa, según ellos- y porque Smiles es, además, el apellido de nuestros mejores amigos americanos en DC. Una familia increíble que hace honor a su nombre. Pero esta es otra historia…
Smiles era uno más en casa y nuestra segunda mascota -la primera es Nube, un hámster de año y medio-. Vamos que parecíamos “Mi familia y otros animales” de Gerald Durrell. Se me olvidaba, el polluelo era una cría de estornino.
Lo supimos entre otras cosas por la web que mi amiga Emily me recomendó y os invito a ver…


La historia de Smiles -al final murió y pasamos el duelo- me recuerda a otra de mi amiga italiana, Paola, con más éxito. Crió dos ardillas a las que su madre abandonó en el ático de su casa.
Son otras cosas de Washington DC. La capital federal, que además de políticos, diplomáticos, periodistas, espías, organismos internacionales y monumentos nacionales, tiene una naturaleza pletórica y mucha vida animal.

Y para sonrisas, la de Michelle Obama convertida en souvenir. Mi amiga Lucy me regaló esta bolsa.

¡I love it! ¿Os imaginais que vendieramos algo así con la imagen de la primera dama española? Pequeñas historias de este inmenso país.