Para una adicta como yo (y alguna más que me lee) resistirse a un local como el Primark es prácticamente imposible: moda a precios casi ridículos. Por eso, en ocasiones, me alegro de no tener ninguno cerca de casa. Ir al Primark me supone un desplazamiento específico, todos están al sur de Madrid, de más de 20 minutos en coche, por lo que lo dejo para momentos muy necesitados de mono de shopping pero con la cuenta temblando… entonces voy al Primark, allí me relajo, hago terapia, me quito el estrés de la manera que más me gusta: comprando ropa en cantidades enormes.

Entrar en un Primark en hora punta es como ir a la guerra. Los locales son enormes y es una mezcla entre mercadillo, almacén de venta al por mayor y el Zara del Centro Comercial de La Vaguada, es decir, la verdadera teoría del Caos. A veces cuando estoy allí me acuerdo de mi cuñada Beatriz, que dice que no va a Zara porque le agobia tanta cosa tirada y desordenada, por eso ni le comento una posible excursión al Universo Primark.
El nombre de esta marca en realidad es Penneys, que son unos grandes almacenes irlandeses que para su expansión en el extranjero han decidido cambiarse el logo. En España van poco a poco, expandiéndose sin hacer mucho ruido, pero siempre por las zonas que más les interesan, es decir, para abrir un Primark en la Milla de Oro de Madrid les queda mucho, mientras que Leganés, Alcorcón, o San Blas, ya tienen el suyo.
Ir al Primark de comprar requiere su tiempo. Entrar, buscar y comprar es toda una misión. Las cosas que molan están escondiditas, metidas entre miles de prendas terribles que nunca te comprarías. Tras levantar kilos y kilos de tela, ahí está, una blusa monísima de flores, que te va de maravilla con el pantalón mostaza que has encontrado en otro burro tras 20 minutos de busqueda, y que cuesta 13 euros. ¡¡Milagro!! Eso si, no esperéis gran calidad, el cuero es plástico de peor calidad que las bolsas recicladas que te cobran en el Carrefour y que no llegan ni a casa (vaya morro en nombre de la ecología) y los remates y terminaciones de las prendas son… jajajjajaja es que no encuentro comparación. Las prendas del Primark sólo tienen una razón en la vida: durar una temporada.
Las fotos y prendas que os he propuesto arriba son de esta temporada de primavera-verano. Esas no creo que las encontréis, porque ahora el Primark está en rebajas, y si normalmente es la guerra, en esta época es Hiroshima tras la bomba. Así que os pongo algunas de su nueva colección de otoño invierno, campaña que me encanta ya que soy una fan de las mezclas de los estampados, como la falda de cuadros con la camisa, y de los vestidos con volante, al que las pijas de la moda (que también compran en Primark) llaman Pemplun.
La última vez que pisé un Primar fue haciendo terapia con mi madre. Tras llenar las cestas que te dan en la entrada, en las que os aseguro que cabe más ropa que un carrito del Alcampo, me entró el remordimiento de conciencia (mierda de Pepito Grillo) y fui a la zona de niños y hombres. Vaya, pues acerté en pleno. Le cogí a Guille unos pijamas y unos bodies cuyo algodón ha resultado ser de una calidad excepcional. Y a mi marido le compré una sudadera, que no se puede estar más guapo con ella.
No creáis que en el Primark me regalan nada, ni que está entre mis tiendas must, pero si os lo recomiendo para hacer terapia, quitar la ansiedad y pasar un buen rato buscando tesoros de la moda. La sensación de llenar hasta arriba de ropa una cesta enorme, y que al pagar tu cuenta no pase de 100 euros, es una cosa sanísima para mente y cuerpo. ¡¡Os la recomiendo!!