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La semana pasada estuvieron aquí de visita los Reyes de Holanda, Guillermo Alejandro y su esposa, Máxima Zorreguieta. A los periodistas nos encantan estos encuentros, nos encanta comparar a nuestra Princesa de Asturias con toda mujer que viene de viaje a nuestro país, y lo curioso, es que doña Letizia, siempre sale mal parada, hasta ocurrió hace un par de años con Camila. Hubo prensa que aseguró que la duquesa de Cornualles era más elegante que ella… ¡por Dios!, eso son ganas.

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Pues a pesar de que a muchos les pese, se queden sin artículos, reportajes y demás… entre la Princesa española y la Reina holandesa no hay nada que comparar, ni una batalla, ni una rivalidad… es que no tienen nada que ver la una con la otra. Sólo una cosa une a la española y a la argentina, y es que son amigas, pero no «colegas» o simples «compañeras de destino» (no puedo con ese termino que además es falso en todo), no, son amigas de verdad, de las que se llaman o ahora, se whatsappean.

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Pues en su estilo también son dos mujeres completamente distintas. Cada una viste a su manera, ni mejor ni peor, aunque creo que esta vez me gustó más Máxima, pero son dos formas de vestirse bastante opuestas. Lo que más me gustó de la nueva reina holandesa fueron las joyas. La Soberana de los Países Bajos lució unos espectaculares pendientes con broche a juego de aguamarinas, una maravilla. Y sobre todo el detalle de la mariposa en el pelo, era una monada.

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La Princesa, por el contrario, como joyas sólo llevó unos pendientes de diamantes con forma de estrella, que no se quita casi nunca. ¡Nada más! doña Letizia ya no lleva ni su alianza de casada, hace algún tiempo que se la quitó porque le molesta, se le clava, al dar la mano, y os puedo asegurar, que eso lo hace muchas veces al día. Los vestidos tampoco tenían nada que ver, del sobrio traje alavandado de Máxima, firmado por Natan, al recargado modelo de Felipe Varela, con escote de guipur y cinturón de plata mate, de la heredera española.

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Ni las carteras, (nuestra Princesa se ha abonado a este tipo de bolsos) ni los zapatos tenían nada que ver, eran tan distintos, que compararlos es absurdo.

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El pasado miércoles en Madrid no hubo una batalla de estilo, no hubo un encuentro entre dos rivales… ni sus vidas, ni sus países, ni sus maridos, ni su situación actual (una es ya Reina, la otra es Princesa) pueden compararse. Pero en España nos encanta, y sobre todo, cuando pierde Letizia.

Por cierto, aluciné el otro día cuando una super periodista de un super periódico aseguraba que nuestra Princesa es «tan prepotente y segura de si misma, que se salta el protocolo y abraza antes a la Reina Máxima que hacerle la reverencia»… querida Pilar, hija, tantos años y tan poca idea. Si te fijas, porque ya veo que de conocimientos de protocolo andas escasa, siempre se da primera el saludo cordial (beso o abrazo) y luego la reverencia. Esa misma super reportera tenía el morro de pedirle a doña Letizia, en ese mismo artículo en el que se ha lucido,  que dejara de operarse la cara, que «tuviera más seguridad en si misma, que fuera más mujer»  casi me quedo muerta, si ella parece Voldemort (el malo de Harry Potter) de todo lo que se ha hecho en el rostro… tendrá eso, cara.