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Hay silencios que valen su peso en oro y silencios que pesan como el plomo. Mariano Rajoy es tan esclavo de sus pocas palabras como rehén de un silencio infame, vergonzante y cómplice. Las negativas de su partido a aclarar en sede parlamentaria los entresijos de los «papeles de Bárcenas» aumentan la sensación de que no todo en el pasado del presidente es trigo limpio.

Las pueriles explicaciones del PP para imponer su aplastante mayoría absoluta en un asunto tan delicado retratan la soledad de un hombre acorralado por su pasado y víctima del presente. Quien calla otorga reza el refranero español. Al callar Rajoy da por buenas las acusaciones de un extesorero que va a marcar el «tempo» político de la segunda mitad de la Legislatura.

Rajoy debe ir al Parlamento a defender su verdad, si la tiene, o a rebatir con argumentos las anotaciones de la «libretilla» del hombre de la «peineta». De lo contrario dará la razón a quienes creen que hoy sólo es dueño de una cobardía silenciosa que le incapacita para seguir al frente del Gobierno de España. Si lo que escribió Bárcenas de puño y letra es verdad, Rajoy debe irse. Si es falso, no tiene nada que temer.

asoraya

Cada día que pasa sin dar explicaciones aumenta la sensación de que Rajoy sólo intenta ganar tiempo y aferrarse al poder a la desesperada. Quiere aparentar normalidad y no hay nadie que le espete que la verdadera normalidad en una situación límite  es ceder el paso, echarse a un lado y dejar el testigo en manos de quien corresponda. No hay muchos, es verdad, pero este Gobierno tiene la fortuna de contar con una «número dos» muy eficaz y aparentemente limpia de toda sospecha de corrupción. Soraya Sáenz de Santamaría se perfila como una de las pocas garantes de un Gobierno que de esa forma podría terminar con aparente normalidad el mandato logrado en las urnas.

 

LA MOCIÓN

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Las mociones de censura no se anuncian. Se presentan. Ya tarda Alfredo Pérez Rubalcaba en formalizar una herramienta parlamentaria que en esta ocasión llega cargada de simbolismo. Está abocada al fracaso pero servirá para que los distintos grupos parlamentarios se retraten. Izquierda Unida tendrá que optar entre apoyar a los socialistas o convertirse en cómplice de quienes no quieren desgastar más al Gobierno. En esa vía están los nacionalistas vascos y catalanes que no parecen muy dispuestos a respaldar la previsible moción del PSOE. Unos, -CIU-, porque ya tienen bastante con sus propios casos de corrupción y otros, PNV, por lo que pueda venir. Rubalcaba buscaba el titular fácil de «todo el Congreso, salvo, el PP, censura a Rajoy» pero no lo tendrá. Una vez más se quedará en tierra de nadie.