niños mexico

Imaginad a niños menores de 13 años encaramados a la valla de Melilla, imaginadles en el monte Gurugú solos, temblando de miedo y expuestos a mil desmanes.  Ahora mirad a la frontera de México porque allí miles de niños como los nuestros viven una pesadilla parecida para tratar de cruzar a EE.UU.

Da miedo pensar en «La Bestia», ese tren que recuerda a viejos genocidios en los que los pequeños se hacinan y rezan para no caer en manos de las mafias. No sé si hay Dios que escuche sus súplicas pero de momento el   Papa Francisco ha mandado una carta leída ayer en un seminario en México sobre esta “emergencia humanitaria” y reclamó medidas urgentes para protegerlos.

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En Estados Unidos, acostumbrados a los espaldas mojadas, a utilizar la fuerza laboral ilegal en el día a día, esta oleada de niños ha descolocado a las autoridades. Obama, se reúne esta semana con un grupo de 26 legisladores demócratas de origen latino, para abordar soluciones. Ya han dicho que están en contra de las deportaciones masivas. El presidente Obama anunció este mes que actuará por su cuenta después de que el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, le comunicara que no someterá a voto la Reforma Migratoria este año.

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Los datos oficiales dicen que en la frontera sur de Estados Unidos fueron interceptados desde el pasado octubre unos 57.000 menores; la mayoría de Honduras, El Salvador y Guatemala. Y la previsión habla de que a final de año serán cerca de 80.000. El goteo no va a parar. Los padres de los niños saben que el viaje les puede costar la vida pero aseguran que si se quedan en sus países caerán en manos de las «maras» y eso no es vida.