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A lo largo de la historia se han dado casos, conocidos o no, de intercambio de bebés. En el siglo XX en los países desarrollados se adoptó la fórmula de las pulseritas que se mantiene en la actualidad y que pretende evitar errores.  La evolución de las técnicas de fertilidad ha provocado un intercambio de embriones.

 

Ha ocurrido en un hospital de Italia y la investigación apunta a que la embrióloga cometió el terrible error porque los apellidos de las madres eran prácticamente iguales. La mujer que está embarazada lleva en su útero un niño y una niña genéticamente de otra de las parejas que se estaba sometiendo en la técnica de reproducción y que no quedó embarazada.

 

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El caso es enormemente complicado.  En Italia, como en España, no son legales los embarazos de alquiler eso significa que se considera madre a la mujer que pare un hijo, sea o no genéticamente suyo, porque de hecho muchas madres lo son en nuestro país gracias a óvulos donados.

Eso quiere decir que la madre de los mellizos sería legalmente la que los lleva dentro. De hecho nunca se sabrá si la otra mujer, la madre genética se hubiera quedado embarazada después de la transferencia de los embriones, no se sabe si hubieran prendido o no en su endometrio porque tenía muchas dificultades para lograr un embarazo.

 

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Para complicar más la historia, tanto en España como en Italia el padre sí sería el biológico. Es decir que la madre legal es la que los dé a luz y el padre legal sería el de la otra pareja.

Los tribunales tienen por delante un trabajo complicado porque en este caso «hacer justicia» parece prácticamente imposible. El trauma para las dos parejas y para los niños está prácticamente garantizado. Queda claro que hay que buscar mecanismos de seguridad más eficaces. En España de momento nunca se ha producido un caso así.