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Voy a relajar un poco el ambiente. Esto va de otras cosas de la política internacional que hacen más amables las relaciones, a veces tan complicadas, entre los países. «Detalles» que no solucionan los problemas, pero quizá sí influyen en la actitud de quien los recibe. El protocolo manda y la generosidad ayuda. En esto de hacer regalos de Estado, también hay sus clases aunque no necesariamente se correspondan con la importancia del cargo.

Por ejemplo, en Estados Unidos. Más concretamente con la Administración Obama. Es de cajón pensar que tanto el presidente com la primera dama reciben los regalos más valiosos o lujosos. Pues va a ser que no. Hay  otra persona que, al menos el año pasado, fue más obsequiada por mandatarios extranjeros que los propios Obama: Hillary Clinton.

Hillary Rodham Clinton

El reportaje lo descubrí en «The Washington Post» y me pareció curioso. Recoge datos de qué tipo de regalos se intercambian en las visitas oficiales, su cantidad y qué se hace con ellos. Hillary sale ganando en 2012. La entonces secretaria de Estado recibió unas joyas valoradas en medio millón de dólares, todo un detalle del rey Abdulá de Arabia Saudí en su visita oficial allí.  Collar, anillo y pendientes de oro blanco, rubíes y diamantes. Ahí es nada.

Más joyas para Hillary: la reina de Brunei también le obsequió con más oro y piedras preciosas para lucir. En este caso, zafiros y diamantes, de un valor más modesto: 58 mil dólares. Pero aún así, el mismo presidente ni se le acerca en este ránking. El más caro o valioso que ha recibido fue un reloj de oro que le dió el ministro de Defensa saudí, de unos 16.500 dólares. Vamos, comparado con lo de Clinton, una baratija.

Claro que los hay que hacen regalos de tomar más que de lucir. Putin le regaló a Hillary un coñac valorado en más de 500 dólares. A Obama le cayó también un sable de plata del presidente de Mongolia.

OBAMAREGALO

Otros regalos divertidos para los inquilinos de la Casa Blanca: el presidente chino le dió una canasta de baloncesto blanca, roja y azul con su autógrafo incluido. Los Cameron, una mesa de ping-pong con sus palas correspondientes y los emblemas de ambos países (1.100 dólares). Pañuelos de cachemir para ella, más joyas incluso para Malía y Sasha…Vamos, un festival…ilusorio. Porque el regalo lo disfrutan un momento, el rato de la entrega y el protocolo. El obsequiado no se lo queda, sea el presidente, la primera dama o la secretaria de Estado. Todo va a los Archivos Nacionales a no ser que…el que ha recibido el regalo pague su valor correspondiente en dinero contante. Entonces sí pasa a ser suyo y a lucirlo de verdad.

El Departamento de Protocolo valora todos estos presentes, los cataloga y remite a los Archivos. A veces, algunos de estos obsequios van a parar a exposiciones para que el público pueda disfrutarlo al otro lado de la vitrina. Y me pregunto, los que no se enseñan ¿se quedan para siempre archivados?. Qué lástima.

No sé si en la cumbre de los G-20 de San Petesburgo, Obama se habrá traído obsequios. De momento, ha conseguido quizá algo mucho más valioso para él. El apoyo de la mitad de los 20 a su plan sobre Siria. Quizá hubiera querido más, pero ya no está tan solo. Ahora a esperar qué le dice el Congreso.

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Y mientras, qué curioso, he empezado a ver en algún coche este reclamo de apoyo a Hillary de cara a las elecciones de 2016. Qué presión para ella que todavía no ha dicho nada al respecto y espera. Hay quien, desde luego, no pierde el tiempo en este país…o tal vez es sólo pura ilusión.