Lo confieso, la Duquesa me parte el alma. Su boda megenera tanta admiración como rechazo. Admiración porque a ella, tal y comopublicaba «La Vanguardia», nadie podrá quitarle lo»bailao». La mujer con más títulos nobiliarios del mundo -esa quepuede tutear a la mismísima Reina deInglaterra-, ha llevado hasta sus últimas consecuencias -léase hasta el altar-,toda una filosofía de vida…
Ella no necesitó al gurú que cambió nuestras vidas -Steve Jobs-, para aplicar la maravillosa máxima de vive hoy como si fuera el último día de tu vida. Noble y rica de cuna supo moverse en Palacio con la misma facilidad con la que posaba con su imagen «hippy» y transgresora. Tiene mérito Cayetana. Siempre hizo lo que quiso.
No le pesaron ni su abolengo, ni su alcurnia a la hora de decidir que quería tomar el sol como su madre la alumbró. Hay que tener una personalidad muy fuerte para echarse el mundo por montera -ella tan sevillana y española- y desafiar todos los convencionalismos de la época. ¡Las fotos tienen 30 años!
Eché de menos al sargento de la Guardia Civil y al notario de la tierra para rescatar un capítulo de «Crónicas de un pueblo». Pero, pese a todo, me cae bien. Genio y figura hasta el último suspiro. «Si no lo entienden a mi plin«, decía cuando le preguntaban por la reacción de sus hijos. Por frases como esta me cae bien pero… ¿Y si fuera mi madre? ¿Pensaría lo mismo?
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