<> on April 19, 2013 in Cambridge, Massachusetts.

Puedo asegurar que no he visto una cosa igual antes. Ni en el cine. La realidad se supera a sí misma. Una región prácticamente cerrada, tomada por nueve mil agentes para encontrar al sospechoso número dos de las explosiones de Boston. Casi 24 horas después, han dado con él. Vivo y herido. Lo hemos seguido en directo. Una búsqueda sin precedentes. Una cobertura informativa que también da qué pensar…

dos hermanos

De nombre imposible, Dzhokar Tsarnaev, 19 años, ha sido el protagonista de todo un espectáculo mediático. Habrán pasado otras cosas en el mundo y hasta más graves. Pero no lo parecía viendo los canales americanos de 24 horas. Desde la madrugada del viernes, no han parado de informar en directo desde allí, con un despliegue alucinante y sus estrellas repartidas por el área de Boston, dándose paso unos a otros, entrevistando a quienes podían, sin aportar demasiados datos nuevos -o al menos, no con la frecuencia que les hubiera gustado-, dando mil interpretaciones y recordando una y otra vez lo que ha pasado. Viven y se alimentan de ello, de estos despliegues y noticias, de estos dramas. Para ellos también es una cacería. Cuestión de audiencia. De mercado. Lo saben hacer. ¿Pero es realmente verdadero periodismo?

Así que hemos seguido y visto, sin fin, imágenes de Boston tomada, hemos recordado, una hora tras otra, desde el momento en el que  la policía inició la persecución de los sospechosos, hasta cómo mataron al número uno, Tamarlan,  hermano mayor del  nº2  y cómo éste se escapó. Sabemos de dónde son, sus vidas, sus estudios, hemos escuchado a su padre y  los testimonios de extrañeza de quienes los conocen porque «eran dos chicos muy normales», nada sospechosos.

Boston Marathon

Esto es siempre lo que más miedo da. La aparente normalidad de alguien dispuesto a hacer mucho daño, en nombre de su fe, convicciones o su escondida locura. Dos hermanos de origen checheno que crecen en Estados Unidos como dos ciudadanos más. Con toda la vida por delante, hasta que deciden meterse en este «lío» y atentar con bombas caseras, si se confirma definitivamente su autoría. ¿Qué pasa por sus cabezas? Estremece ver esta imagen con el niño de ocho años que murió en la explosión y su verdugo detrás.

verdugo y víctima

Ha sido una semana llena de información. La de Boston se lleva la palma. Por lo que ha sido y por lo que supone. Otra vez, desde el 11-S , este país ha vuelto a sentir el miedo de ser vulnerables sin protección para evitarlo, da igual los controles o las medidas de seguridad. Los malos van más deprisa y lejos porque, entre otras cosas, están dispuestos a morir en el intento.

En estos casos, es toda una experiencia seguir los medios y las redes sociales. En twitter, la avidez de los periodistas por desgranarlo todo, por ser los primeros en contarlo,  llevados por esta locura que a veces es la información inmediata, que implica cometer errores antes de haber tenido dos minutos para procesar los datos. Antes de confirmar las fuentes. Por pura vanidad periodística. La noticia es un producto más de consumo. Cuanto más atractiva parece, antes la vendemos y nos la compran. Pasó a mediados de esta semana con las explosiones de Boston. La mayoría de los medios se creyeron la detención de un sospechoso y lo difundieron. Era falso.

media

Ocurrió también con el accidente de la planta de fertilizantes en Tejas, cuando algunos insistían en «Decenas de muertos». A veces parece y digo parece, que esperamos que pase lo peor porque nos va a dar más sobre lo que hablar e informar. Me recuerda a una anécdota de los encierros de San Fermín. Una mañana de hace bastante tiempo, oí  a una señora: «qué encierro más soso, no ha pasado nada». Nada era que no había habido ninguna cogida, ni heridos, ni daños. Condición humana y morbo.

La ansiedad por estar ya donde surge la noticia, antes incluso de pararse a pensar, podía haber hecho que algunos dejaran Boston para irse a cubrir el accidente de Tejas y se hubieran perdido el momento cacería y detención del sospechoso. Falta un poco de calma y cierta reflexión. La realidad nos empuja a una vorágine desatada. A veces parece que informamos más para ganar una competición dentro del propio gremio que pensando en la gente que nos lee o escucha.

La captura del número dos ha «compensado» tanta cobertura y desde luego tanta operación policial -menos mal-. Los periodistas que lo han vivido en directo, al menos en CNN, no podían ocultar la satisfacción al dar por terminada la «caza». Acaba así una de las semanas más intensas, informativamente hablando, en este inmenso país. Final «feliz» tras cinco días de pesadilla.

obama guns

Esta semana «horribilis» también deja otra noticia que hace pensar y  lamentar. El Senado de Estados Unidos rechazó la propuesta del Gobierno de Obama para lograr un mayor control en la compraventa de armas. La iniciativa no era la panacea, pero suponía un paso. Abrir camino.  Y no.

Ha sido la vez que más enfadado hemos visto al presidente. «Hoy ha sido un día vergonzoso para Washington» declaró.

Me gusta este país pero reconozco que no puedo con este asunto. Me indigna. No parece haber manera de cambiar esta mentalidad. Todo, en nombre de ese derecho individual a poder defenderse y de muchos intereses creados. ¿Cuántos más tiroteos, cuántas más muertes necesitan?. Como dijo la madre de una de las víctimas de Newtown, «haced algo para que otros no pasen por nuestro drama».