Quizá tocaría hablar del primer debate electoral entre Obama y Romney o de que nadie se explica que le pasó al presidente de Estados Unidos esa noche para estar tan ausente y falto de energía y reflejos…pero ya se ha dicho mucho y aclarado poco. Así que voy a escribir de esas otras costumbres de la vida «made in USA» a las que no termino de de acostumbrarme…
Algunas han cruzado el charco y han llegado al otro lado del Atlántico. Por ejemplo: que los niños lleven su comida al cole en un «tupper» o fiambrera. He oído la polémica que ha surgido en algunos colegios españoles por este tema. He oído que algunos centros proponían cobrar unos euros a las familias para así adecuar los comedores a esta nueva práctica. Pues en Estados Unidos, no problem. Los escolares llevan su «lunchbox», la dejan en su mochila hasta la hora de comer y se la toman esté a la temperatura que esté. No hace falta ni microondas ni neveras especiales para guardar la comida. Temperatura ambiente. Hay que decir que en verano, el cole está como un frigorífico por el aire acondicionado y en invierno, pues mira, la calefacción no estropea demasiado ni la comida ni el apetito.
No me acostumbro porque soy más del menú de toda la vida. Que los niños tomen primer y segundo plato más postre y no el consabido sandwich y fruta o las sobras de la cena. Se les da menos tiempo para comer. Ahora ya media hora, al principio 20 minutos. Con todo y con eso, no comen de fundamento, se les pasa el tiempo en charlar y medio jugar, por más cuidadoras que haya en el comedor. Y lo he comprobado no sólo por cómo devuelven el «tupper» mis hijos. Aún así no veo a los niños americanos ni decaídos ni malnutridos. La merienda temprana nada más salir del cole -tres de la tarde- y la también temprana cena -a las seis y media- parecen cubrir su dieta.
Segundo tema al que no me hago. Que a partir de «middle school»,- enseñanza secundaria que aquí empieza en sexto curso-, los coles públicos tienen detector de metales a la entrada. Cada mañana, los niños pasan por él y sus mochilas por el escáner antes de llegar a clase. Esto me sigue impresionando bastante. Que desde los 11 años se acostumbren a esta rutina, me deja preguntándome siempre qué falla tanto en el sistema…
Tampoco me acostumbro, bueno ya sí, a ver al presidente y al candidato republicano luciendo en sus solapas el pin con la bandera de su país cada vez que hablan en público. En su primer debate, Romney lució una insignia más grande que la de Obama y además tenía una especie de punto oscuro que distraía. ¿Qué es eso? nos preguntamos más de una.
Nos han sacado de dudas y era una estrella que representa al servicio secreto.
Lo del pin patriótico lo empezó Nixon hace 40 años y nadie se lo ha quitado desde entonces. Una vez se le olvidó a Obama en la campaña anterior y ya hubo quien le afeó el despiste. Así que una vez instaurada la costumbre y si es un símbolo de patriotismo, está complicado bajarse de ella.
Y acabo con algo más «rosa». El aireo en público de los sentimientos. Vale que los políticos tengan palabras de cariño para sus parejas antes de empezar un mítin o al acabarlo, sea el presidente, el que aspira a serlo, un congresista, gobernador o alcalde. Vale. Pero no puedo con tácticas como la de Arnold Schwarzenegger para intentar recuperar a su ex. Ha escrito sus memorias «Total Recall» o «Desafío Total», -como su peli, sí-. Parece que el objetivo es, entre otras cosas, ablandar el corazón de Maria Shriver para que le perdone y vuelva con él.
Confieso que no lo he leído pero por lo que comentan críticas y periódicos, el libro además de contar su vida, milagros, infidelidades y «mea culpas,» es una carta de amor a su mujer envuelta en formato memorias. Al final de las 425 páginas, termina diciendo que sigue enamorado de ella, que es optimista y confía en recuperar su matrimonio. Separados están -desde que ella descubrió su «affaire» con una empleada del hogar con la que tuvo un hijo- pero aún no tienen el divorcio. Quién sabe si este nuevo desafío total acaba en final feliz…o en divorcio expréss…
Aquí hemos pasado del todo al nada. De ser los niños un estorbo a convertirse en sufridores de nuestros exagerados desvelos. Mi opinión es que ni lo uno ni lo otro, naturalidad y sentido común, esa debe ser la consigna.
Impresiona darse por enterado, via escáner, de que la maldad puede anidar tan pronto en el ser humano..Entretenido post.
Aquí hemos pasado del todo al nada. De ser los niños un estorbo a convertirse en sufridores de nuestros exagerados desvelos. Mi opinión es que ni lo uno ni lo otro, naturalidad y sentido común, esa debe ser la consigna.
Impresiona darse por enterado, via escáner, de que la maldad puede anidar tan pronto en el ser humano..Entretenido post.