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Hay muchas Romas. Como la del peregrino. Tener el Vaticano dentro le da su punto. Creo que no me he cruzado antes con tantos curas y monjas por la calle en todos los días de mi vida. Quizá sí y no me dí cuenta porque iban de seglar. En la plaza de San Pedro y alrededores se ve mucha sotana, clériman y  hábito. De todas las edades y nacionalidades. Conventos y residencias. Es lo que toca y se espera en la sede del gobierno de la Iglesia católica.

Y cómo no, los pequeños negocios para encargar casullas y demás vestuario de la curia y celebraciones. Librerías especializadas en religión y mucha imaginería. Debe ser un negocio porque de lo contrario cerrarían. O el  rosario de puestos y tiendas entregadas al souvenir religioso y popular. Los hay fijos y ambulantes. Uno igual a otro, una detrás de otra. Generalmente están en manos de asiáticos. Por no olvidar a los vendedores a pie de calle, en su mayoría paquistaníes, que lo mismo ofrecen un sombrero si hace sol, un soporte para hacer «selfies» con perspectiva o paraguas e impermeables de todos los colores si le da por llover.  Es un paisaje peculiar, peregrinos y turistas mezclados pero no necesariamente juntos. Se les distingue.

santaspalesEl turista viene a a visitar, ver, enterarse y hacerse la foto. El peregrino además asiste y participa de actos y celebraciones. Suelen llegar en grupos familiares o  más grandes, tipo autobús-congregación. Llevan algo que les diferencia y aúna. Una camiseta, una gorra, un lema, una insignia, una imagen, una bandera…Los miércoles que hay audiencia general es una locura. Esto significa que el Papa se pasea por la plaza de San Pedro, saluda a unos y otros, comparte después meditación y bendiciones. Suele empezar a las 10.00 y desde dos horas antes, la calle es un hervidero de gente haciendo cola. Jubilados, recién casados que vienen vestidos de boda, jóvenes, religiosos, seglares, escolares…Se instalan vallas y cintas de seguridad para que todo vaya en orden. Una de las colas de acceso se forma justo delante del quiosco donde recojo los periódicos cada mañana. Los miércoles intento ir con tiempo para dar un rodeo y sortear a los que esperan. Un día andaba con más prisa e intenté atravesar la cola para llegar antes. Casi me comen. Y eso que les dije que no iba a la audiencia, solo a por la prensa…pero algunos no me creyeron.

Pope's weekly general audience

Luego están los domingos con el rezo del angelus a las 12 y se vuelve a llenar la plaza de San Pedro. Si coincide una beatificación o canonización ya se desborda. Ocurrió el fin de semana pasado, cuando cuatro monjas se convirtieron en santas, entre ellas las dos primeras palestinas y se organizó una buena. Mezclarse entre los peregrinos es una experiencia. Llegan a contagiar su fervor y emoción. Sobre todo cuando consiguen saludar al Papa o tocarle. Es como magia. Y Francisco se entrega. Da manos, coge a niños, recibe regalos, escucha. Ultimamente hace furor lo de regalarle un solideo(esa especie de casquete de tela fina que lleva en la cabeza) porque la tradición es que el Papa lo cambia por el que lleva puesto. Todo un tesoro para quien lo recibe.

Volviendo a asuntos más materiales, los peregrinos y los turistas son un filón para mercaderes y negocios. El avispado romano lo sabe. Cuidado con los bares o restaurantes cerca del Vaticano. Si ven que no eres de aquí, te clavan. Pueden llegar a cobrar por un café o un té tres veces más de lo que paga un italiano. No todos, claro, pero los hay. Otra vez la picaresca.

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Ahora Roma se planifica para nuevas y masivas llegadas de gente de cara al Jubileo que empieza en diciembre. Se habla de reforzar la seguridad, actualizar infraestructuras, ampliar los lugares de acogida…o al menos eso cuentan los periódicos. Yo solo pido que pongan más papeleras en las calles. Si ya de por sí no hay suficientes, prefiero no pensar como estará la cosa con mucha, mucha más gente de la que ya viene.

En fin, me quedo con la Roma primaveral y despejada, donde el olor a jazmín hace que se olviden las incomodidades de una ciudad tan invadida, donde los macizos de esta y otras flores le dan otra atmósfera a sus baqueteadas calles.

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