Por lo general me fastidia bastante el debate sobre la lactancia materna. Esas voces a favor o en contra que miran por encima del hombro a las que no piensan como ellas. Pero cuando oí que en Venezuela habrá que dar el pecho por narices sentí que definitivamente el cuerpo de las mujeres ha sido expropiado.
Parto de la base de que no me creo nada. En un país como Venezuela donde se acaban de aprobar las cartillas de racionamiento por la falta de productos básicos, me suena a ahorro descarado a costa de la libertad individual de las madres.
Aún no está claro si la ley saldrá adelante y cómo quedará el texto. El gobierno de Nicolás Maduro pretende que la lactancia materna sea la única vía para alimentar a los bebés, salvo en caso de enfermedad. La norma incluye que las empresas e instituciones tengan turnos para que las mujeres puedan amamantar a sus criaturas. Faltaría más, pero ¿qué pasa con las que dan el biberón? ¿no tienen los mismos derechos? La respuesta es NO. Los pechos de las mujeres venezolanas han sido «requisados».
Esta nueva ley castigaría además la publicidad de formulas lácteas y biberones, y prohíbiría la prescripción de suero a los recién nacidos. Tampoco se podría alimentar con leche artificial a los menores de seis meses. La diputada impulsora de esta medida asegura que es muy beneficioso para la relación entre madre e hijo. La oposición califica de lamentable esta situación y alude al problema del desabastecimiento.
Y llega la ministra para la Mujer e Igualdad de Género, Andreína Tarazón, y dice que «el espíritu del Gobierno no es el d imponer nada sino concienciar a las mujeres y aplicar los intrumentos que ya existen”. ¡Toma ya! ¿No imponer? resulta difícil creerlo cuando dar un biberón a tu hijo supondrá una multa que puede llegar a los 50.000 dólares. No sé por qué me da que este «culebrón» va para largo. Lo siento por los venezolanos.
Sin comentarios