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Cabizbajo, silencioso y triste afronta el futuro el mejor jugador del mundo. El tiempo dirá si la querella  por un presunto delito de fraude fiscal cercena la carrera como indiscutible número uno de Lionel Messi. La amenaza de cárcel para el futbolista  argentino puede hacer más daño en su ánimo que la peor de las lesiones. Messi cometió un error y deberá pagarlo. Hablan de 24 millones de euros para no dar con sus botas en prisión. Tiembla el barcelonismo, se frota las manos el madridismo y se indigna el común de los mortales que apenas llega a final de mes pero que cumple religiosamente con sus obligaciones fiscales. Es probable, casi seguro, que Messi ni siquiera supiera de los desvaríos económicos de su padre y asesores. Aun así, ese desconocimiento  no basta para justificar el comportamiento insolidario de uno de los diez deportistas mejores pagados del mundo. El caso tiene mala pinta pero no tanta como para pensar que el 10 blaugrana irá a la cárcel. Primero habrá que probar la acusación y llegado el caso tiempo habrá para negociar  el pago de una multa que permita que ambos, Hacienda y futbolista, salven la cara. El fisco lo tendrá más fácil porque pase lo que pase la imagen de un futbolista  con la etiqueta de ejemplar se habrá desmoronado.

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Que Messi ha cometido un error parece  indudable. Pero bien haríamos en reflexionar sobre el funcionamiento de un país que castigará al futbolista que paga aunque mal sus impuestos en España. Tan indignante como la actitud del argentino es que la Agencia Tributaria no pueda perseguir a otros por el mismo delito. No podrán investigar , por ejemplo, a Cristiano Ronaldo, Benzemá o Kaka  porque aunque cueste creerlo, ellos no trabajan en España. No lo hacen aunque entrenen a diario en Madrid y salgan los domingos a los campos españoles.  O los del Barça son muy tontos  o los del Madrid muy listos. ¿O quizás hay algo más detrás? Da que pensar las simpatías blancas del ministro del Deporte y otros influyentes miembros del Gobierno. 

EL PACTO Y LOS CANSINOS

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El nacionalismo cansino, incluso el más sensato, ha vuelto a dar la nota en el Congreso de los Diputados. Tanto CiU como PNV están  condenados a sumarse al pacto sobre Europa sellado por las dos grandes formaciones políticas. Saben que se harán la foto junto a Rajoy y Rubalcaba pero no se lo pondrán fácil. Va en su ADN. Les gusta  ser el perejil de todas las salsas y ese afán de protagonismo les puede. La espantada a última hora no es más que una pataleta de quienes  están acostumbrados a chantajear políticamente a unos y a otros.  La foto se hará y será mayoritaria pese a que alguien de la izquierda plural diga que España no está para estampitas.  aIzquierda-Plural-Jose-Luis-Centella_ESTIMA20130612_0270_12

Puede tener razón pero el país tampoco está para demagogias. La ausencia de la izquierda radical en el único pacto de Estado alcanzado por la clase política en la Legislatura retrata a una coalición de partidos obsesionados por convertirse en  antisistema .  La Izquierda de Cayo Lara, Llamazares y Centella prefiere salirse de la foto que simboliza la unidad ante Europa para cultivar esa imagen de aparente dignidad en tiempos de crisis. Es evidente que el pacto telefónico cerrado por Rajoy y Rubalcaba no va a solucionar los problemas de España. Tan evidente como que dará igual ir a Bruselas  con una voz única  respaldada por el Parlamento español. A Europa no le asusta que todo un país esté detrás de un Gobierno pero a los ciudadanos, al menos, les reconforta.