Cuándo mi hijo empezó a hablar… ¡en rumano!… nos dimos cuenta que había llegado el momento; necesita pasar más horas con alguno de los dos.. ¿Tú o yo?


Bueno, en realidad esta fue una pregunta que yo hice en alto para hacerme valer, él para…no lo sé con certeza…y los dos para cumplir con lo que debe ser una pareja de igual a igual, moderna, en la que cualquiera de los dos puede dedicarse al cuidado de los hijos y aparcar su carrera profesional.
Pero ambos sabíamos que era yo la que iba a renunciar.

Soy cirujana, tengo 39 años, mi profesión es exigente y demandante y a ella me dedicaba la mayor parte de mi tiempo antes de ser madre; ahora mi niño tiene 4 años, es para mí como para el resto de otros tantos padres, lo mejor que me ha pasado en la vida.
Un descubrimiento, un regalo, vamos… “lo que le da sentido a todo”. Esto no quiere decir que la vida de los que no tienen hijos no tenga sentido, o que la mía no lo tuviera hasta que no fui madre, ¿o sí?, no, creo que no.
Supongo que el sentido de la vida lo busca uno mismo en cada momento y supongo que es una frase hecha que traduce la importancia de la presencia de los hijos en nuestras vidas.

Pero claro, mi hijo va creciendo y ya que le hemos traído hasta aquí, hay que cuidar de él. Y me refiero a sus padres, no a la cuidadora, a los abuelos, a la guardería, esto solo debería ser un apoyo y aunque a veces las circunstancias económicas obligan a tirar de ellos más de lo deseable y no se puede hacer otra cosa, este no es mi caso, uno de los dos tiene que estar con él, que luego decimos: ¡que rarito nos ha salido el niño!
Hace unos años, antes de ser madre, vi en la televisión a una directiva de una empresa multinacional importante, decir que para ella no había supuesto ningún problema tener 6 hijos mientras viajaba por el mundo estando embarazada y pasaba hasta 2 meses sin verles y que esta era la única manera de ser competitiva, ocupar puestos de dirección y equipararnos a los hombres en materia laboral,

Entonces recuerdo que pensé: ¡ claro que sí hombre! ¿por qué no? Si ella quiere desarrollarse plenamente. En un país con una pésima política de protección social a la mujer trabajadora, esta es la única manera.
Ahora me acuerdo y me pregunto: ¿esta señora no tenía el síndrome de la mala madre? Si yo lo tengo de forma permanente, aunque le vea más que antes, lo mismo es que las dos somos muy patológicas, o quizás ella mentía un poquito o se autoconvencía con la mítica frase de “lo importante es la calidad no la cantidad”.
O a lo mejor es que yo nunca tengo bastante y me gustaría estar con él…¡hasta en el colegio!